La anciana que plantó cara a Chernóbil
María Shovkuta, de 87 años, es una de las cuatro vecinas de un pueblo cercano a la central de Chernóbil (Ucrania), epicentro la peor catástrofe nuclear de la historia, acaecida hace 30 años.
Shovkuta vive sola en una casa de madera del pueblo de Opálchichi, situado a 25 kilómetros de la central y dentro de la zona de exclusión de 30 kilómetros establecida en torno a la central tras el accidente ocurrido el 26 de abril de 1986.
"Avisaron por la radio que había explotado la central de Chernóbil y que tenían que evacuarnos. Trajeron unos aparatos para medir la radiación y unos autobuses", recuerda los días posteriores a la catástrofe en una entrevista con la agencia Efe.
Transcurridos unos meses de la evacuación, "la siguiente primavera ya estaba de vuelta en casa, trabajando en mi huerto", recuerda.
De la 150 personas que volvieron con ella a su aldea, ahora solo quedan cuatro.
E toda la zona de exclusión, de las 1.500 personas que decidieron volver quedan 156 repartidas en cinco pueblos. Todos ellos fueron muriendo con el paso de los años, pero Shovkuta no teme la radiación.
"¿Dónde está la radiación? Los ucranianos no tenemos miedo", asegura esa anciana menuda y vital.
Vive de una pequeña pensión, así como de los tomates, las cebolla y las patatas de su huerto. Su hija y yerno le traen víveres desde Kiev.
Recientemente pasó varias semanas en Kiev, cuando estaba enferma, pero no quiso quedarse en la capital ucraniana.
"Hasta el médico me dijo que el mejor sitio para mí está aquí, y que en cualquier otro lugar me moriría", dice la anciana.