El ascenso y la caída del 'Rockefeller' del Estado Islámico
Ha pasado casi un año desde que los militares de Estados Unidos acabaron en una región fronteriza de Siria con uno de los dirigentes más prominentes del Estado Islámico, conocido como 'Abu Sayyaf'. Hasta su muerte, el 15 de mayo de 2015, el hombre era el responsable de la extracción y la venta de petróleo dentro de la junta gobernante del grupo extremista.
Agentes del Pentágono se incautaron los archivos digitales y los papeles de ese responsable petrolero y durante todo este tiempo los han estudiado meticulosamente. Solo en abril las autoridades ofrecieron a 'The Wall Street Journal' conocer parte de aquella documentación, precisamente la que describía cómo operaba el negocio petrolero del grupo terrorista.
Según revela el diario, hace un año la prensa mundial sin razón apodó al Abu Sayaf 'ministro del petróleo', ya que había sido designado en su puesto por un extremista que se denominaba así. Solo estaba a cargo de dos gobernaciones sirias, pero eran las que más yacimientos tenían: Deir ez Zor y Hasaka. En su misión se podía sentir un auténtico magnate petrolero.
Para desarrollar el sector estaba libre de invitar a gerentes de habla árabe de todo el mundo, eligiendo a algunos profesionales y ofreciéndoles un salario digno. En su administración hubo un saudita que administraba los pozos con mayor producción, un iraquí encargado de mantenerlos activos, un tunecino que gestionaba las refinerías y un argelino responsable del desarrollo de la industria de refinación.
A su vez, esos encargados podían contratar a los empleados que estimaran oportuno (una lista desarchivada incluye 152 nombres). Un contador podía cobrar unos 160 dólares mensuales y un técnico en perforaciones hasta 400 dólares al mes. Mientras tanto, el salario medio en Siria es de 50 dólares.
Los terroristas se habían apropiado de casi todos los yacimientos sirios y algunos empresarios leales a Damasco tenían que comprar el crudo a las estructuras subordinadas a Abu Sayyaf. Él lo sabía, muestran los archivos, mientras aquellos que abonaban la compra podían pensar que pagaban a un conductor concreto por cada camión cisterna recibido.
En total, en el último semestre del que Abu cerró la contabilidad (entre septiembre del 2014 y febrero del 2015) la división a su cargo aportó el 72% de un total de casi 290 millones de dólares de ingresos a la bolsa del Estado Islámico. Tras su muerte, el grupo perdió, aún en 2015, el 14% del territorio controlado en Siria y más del 30% de la infraestructura petrolera. Y ya no es el crudo, sino los 'impuestos' y 'aranceles', la fuente principal de ingresos de los yihadistas.