Pasados 17 años desde la intervención de la OTAN en Yugoslavia, Kosovo, que una vez tuvo una sociedad musulmana tolerante, se ha convertido en una fuente de extremismo islámico y un proveedor de los yihadistas para el EI, reza un nuevo artículo de 'New York Times', que analiza el rol de dinero e influencia de Arabia Saudita en esta transformación.
Según la autora del artículo, Carlotta Gall, en los últimos dos años, la Policía ha identificado a 314 kosovares –incluidos dos atacantes suicidas, 44 mujeres y 28 niños– que se han ido al extranjero para unirse al Estado Islámico, el número más alto per cápita en Europa.
Gall explica que estas personas habían sido radicalizadas y reclutadas por un cuerpo de clérigos extremistas y asociaciones secretas financiadas por Arabia Saudita y otros Estados conservadores del Golfo utilizando "una red oscura e intrincada de donaciones de organizaciones benéficas, particulares y ministerios gubernamentales".
"Ellos promueven el islam político", denuncia Fatos Makolli, el director de la Policía antiterrorista de Kosovo. "Gastaron un montón de dinero en su promoción a través de diferentes programas, principalmente con los jóvenes y personas vulnerables, y trajeron una gran cantidad de literatura wahabí y salafista. Condujeron a estas personas más cerca del islam político radical, lo que dio lugar a su radicalización", detalla.
Según el artículo, después de dos años de investigaciones, la Policía ha acusado a 67 personas, ha detenido a 14 imanes y ha cerrado 19 organizaciones musulmanas por actuar en contra de la Constitución, incitar al odio y reclutar personas para grupos terroristas.
La 'ayuda' después de la guerra
Los sauditas llegaron a Kosovo después de la guerra trayendo millones de euros en ayudas a una tierra pobre y devastada por la guerra, pero su motivo real, según destaca la periodista, fue que vieron en este lugar una nueva tierra para difundir el wahabismo.
Fatos Makolli asegura que, aunque "no hay evidencia" de que alguna organización haya dado dinero directamente a las personas para ir a Siria, la cuestión es que "apoyaron a los pensadores que promueven la violencia y la yihad en el nombre de proteger el islam".
Kosovo tiene ahora más de 800 mezquitas, 240 de ellas construidas después de la guerra. Muchas de ellas forman parte de lo que los imanes moderados y funcionarios locales describen como una estrategia deliberada y a largo plazo de Arabia Saudita para "reformar" el islam, no solo en Kosovo, sino en todo el mundo. Este plan global, revelado por Gall en su artículo, ha sido "fuertemente financiado" y "sistemáticamente aplicado", incluso con amenazas e intimidación por parte de sus seguidores.
Becas para estudiar el islam
Desde 1999, 200 kosovares han recibido becas para ir a estudiar el islam en Arabia Saudita, de donde muchos regresaron con "celo misionero".
El objetivo principal de su actividad es crear conflictos entre las personas
Idriz Bilalli, el imán de la mezquita central de Podujevo, cuenta que lo primero que hacían los wahabíes era centrarse en los que entendían el islam "en la forma tradicional de Kosovo", y tratar de alejarlos de este entendimiento, después de lo cual empezaban a "bombardearlos" con ideas radicales.
"El objetivo principal de su actividad es crear conflictos entre las personas", cuenta Bilalli, explicando que "esto primero crea división, y luego el odio, y entonces se puede llegar a lo que ocurrió en los países árabes, donde las guerras empiezan debido a estas ideas conflictivas".
La "nueva generación de predicadores radicales"
Esta "nueva generación de predicadores radicales" se establecía en las mezquitas de barrio para propagar desde allí los principios del wahabismo. A menudo las organizaciones benéficas patrocinadas por Arabia Saudita pagaban sueldos, y financiaban cursos de religión, así como clases de inglés y computación. A cambio, las familias debían cumplir algunas condiciones, como asistir a sermones en las mezquitas o llevar el velo, en el caso de las mujeres y niñas.
"La gente estaba tan necesitada que no había nadie que no se uniera", recuerda Ajnishahe Halimi, un político que organizó la campaña para expulsar a un imán radical albanés después de que algunas familias se quejaran de abusos.
La gente estaba tan necesitada que no había nadie que no se uniera
Unos años después de la guerra, "la vieja generación de clérigos tradicionales" empezó a notar la agresión por parte de los jóvenes wahabíes.
Los que intentaban oponerse a la expansión del wahabismo, como el clérigo moderado Idriz Bilalli, eran vistos como enemigos e incluso recibían amenazas de muerte.
La influencia de los clérigos radicales alcanzó su ápice con la guerra en Siria. En sus discursos en la radio y programas de televisión alababan las virtudes de la yihad e instaban a los jóvenes a ir a luchar.
Europa y EE.UU. hacen la vista gorda
"Por qué las autoridades kosovares –y supervisores de Estados Unidos y las Naciones Unidas– no actuaron antes para evitar la propagación del extremismo es una cuestión que se debate intensamente", escribe Carlotta Gall.
Es más, cuando en el 2004, el entonces primer ministro Bajram Rexhepi intentó introducir una ley para prohibir las sectas extremistas, los funcionarios europeos le dijeron que violaría la libertad religiosa. "No era de su interés, no querían irritar a algunos países islámicos", explicó Rexhepi en una reciente entrevista.
Según Gall, en los últimos años Arabia Saudita parece haber reducido su 'ayuda' a Kosovo. Sin embargo, "ahora es el dinero de Kuwait, Catar y los Emiratos Árabes Unidos –con un promedio de aproximadamente un millón de euros al año cada uno– el que propaga la misma versión de la línea dura del islam", afirma la periodista.