"Rusia tiene razón": Cómo EE.UU. incumplió lo prometido a Moscú y cómo resucitar la relación
Ante la insistencia de Moscú en que Washington no ha cumplido con su promesa de 1990 de que la OTAN no se expandiría hacia Europa del Este, Occidente "ha protestado enérgicamente" diciendo que nunca se ha alcanzado ningún acuerdo de ese tipo.
"Sin embargo, centenares de memorandos, actas de reuniones y transcripciones de los archivos de EE.UU. indican lo contrario", sostiene en un artículo para 'Los Angeles Times' el analista Joshua R. Itzkowitz Shifrinson, para quien la estabilidad de Europa depende en gran medida "de la voluntad de Occidente de tranquilizar a Rusia" en relación con la expansión de la Alianza Atlántica.
Promesas incumplidas
El autor recuerda que después de la caída del Muro de Berlín surgió la cuestión de si una Alemania reunificada estaría alineada con EE.UU. (y la OTAN) o con la Unión Soviética (y el Pacto de Varsovia), o bien con ninguna de las partes. A principios de 1990, el Gobierno de George Bush decidió que la OTAN debía incluir la república alemana reunificada.
Entonces, de acuerdo con las transcripciones de las reuniones en Moscú del 9 de febrero de 1990, los líderes estadounidenses hicieron a los soviéticos una oferta: el secretario de Estado, James Baker, sugirió que a cambio de una cooperación en la cuestión de Alemania, EE.UU. daría "garantías férreas" de que la OTAN no se expandiría "ni una pulgada hacia el este". Menos de una semana después, el presidente soviético Mijaíl Gorbachov aceptó iniciar las conversaciones para la reunificación.
"No se firmó ningún acuerdo formal, pero según todas las evidencias, el 'quid pro quo' estaba claro: Gorbachov aceptaba la alineación de Alemania con Occidente y EE.UU. limitaba la expansión de la OTAN", explica el experto.
Sin embargo, prosigue Shifrinson, pronto las autoridades de EE.UU. se dieron cuenta de que descartar la expansión de la OTAN no era de su interés, y para finales de febrero Bush y sus asesores habían decidido "dejar la puerta abierta".
No es de extrañar que Rusia se indignase cuando Polonia, Hungría, la República Checa, los Estados del Báltico y otros fueron conducidos hacia el ingreso en la OTAN a partir de mediados de la década de 1990
Así, en marzo de 1990, funcionarios del Departamento de Estado aconsejaron a Baker que la OTAN podría "ayudar a organizar Europa del Este en la órbita de EE.UU."; en octubre, las autoridades estadounidenses ya estaban discutiendo sobre cuándo "señalar a las nuevas democracias de Europa del Este la disposición de la OTAN a evaluar su futura adhesión", según se desprende de una nota del Consejo de Seguridad Nacional, citada por Shifrinson.
Al mismo tiempo, el experto estima que en aquel momento "los estadounidenses todavía estaban tratando de convencer a los rusos de que se iban a respetar sus ideas acerca de la OTAN", hablando de una cooperación con la Unión Soviética en el "desarrollo de una nueva Europa".
Por lo tanto, a juicio del analista, "no es de extrañar que Rusia se indignase cuando Polonia, Hungría, la República Checa, los Estados del Báltico y otros fueron conducidos hacia el ingreso en la OTAN a partir de mediados de la década de 1990".
¿Cómo normalizar la relación?
Todos estos datos, según Shifrinson, evidencian que las protestas de Rusia "son merecidas" y que la política de EE.UU. "ha contribuido a las tensiones actuales en Europa".
No se firmó ningún acuerdo formal, pero, según todas las evidencias, el 'quid pro quo' estaba claro
En menos de dos meses, los jefes de Estado occidentales se reunirán en Varsovia para una cumbre de la OTAN, donde seguramente se discutirá "el aumento de despliegues de la OTAN en Europa del Este y la profundización de las relaciones de la OTAN con Ucrania y Georgia", pronostica el experto, quien asevera que "estos movimientos no harán sino reforzar la narrativa rusa sobre la duplicidad de EE.UU.".
En cambio, hacer frente a "una importante fuente de ansiedad" rusa "retirando de la mesa" la futura expansión de la OTAN podría "ayudar a amortiguar las hostilidades entre Rusia y Occidente", considera el analista para concluir que "al igual que un compromiso de no ampliar la OTAN en 1990 ayudó a acabar con la Guerra Fría, un compromiso hoy también puede ayudar a resucitar la relación EE.UU.-Rusia".