"Condenada a caerse": ¿por qué los europeos están hartos de la Unión Europea?
Según el informe titulado “Euroescepticismo más allá del Brexit”, llevado a cabo por el Pew Research Center, España está entre los tres países cuyos ciudadanos tienen una visión más negativa de la Union Europea, sólo por detrás de Grecia y Francia.
A simple vista, la oleada de euro-escepticismo que refleja este sondeo, que contó con una muestra de 10.000 personas en diez países Europeos (Alemania, Francia, España, Reino Unido, Grecia, Polonia, Hungría, Suecia, Holanda e Italia) parece fácilmente atribuible a tres problemas fundamentales: la actual crisis migratoria, el sufrimiento ocasionado por las políticas de austeridad, y la propia crisis del bloque europeo, sobre el que planea incluso la sombra del referéndum de permanencia en el Reino Unido, popularmente conocido como “Brexit”.
En RT hemos querido profundizar en el análisis de las causas de esta creciente antipatía ciudadana hacia la Unión Europea, con la ayuda de dos expertos conocedores de la historia y la realidad de la región, distantes sin embargo en su postura al respecto.
Íñigo Cruz Martinez es Vicepresidente de la Union de Europeistas y Federalistas en Madrid (UEF), y autor del blog “Ya semos europeos”, una simpática iniciativa on-line para facilitar el acceso de los ciudadanos a la comprensión de la Unión Europea. En su opinión, las razones que explican la antipatía de Grecia, Francia y España tienen principalmente una doble raíz común: “Por un lado, la crisis de los refugiados afecta considerablemente a la imagen de la Unión Europea en su conjunto. Y por otro, los gobiernos locales han utilizado como excusa la inoperancia conjunta de todos los países, para que la culpa y la mala imagen recaiga sobre la Unión Europea, cuando realmente son los estados nacionales los que en muchos casos no están actuando bien. Hay que recordar, por ejemplo, que hace más de un año, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, propuso un plan de acogida a los refugiados que fue oficialmente aceptado, pero en la práctica ningún estado lo cumplió, excepto Alemania y los países nórdicos. En el caso de Grecia, hay que sumar además que ellos han sentido una gran falta de solidaridad común y lo han percibido como un problema de la Unión Europea en su conjunto”.
Por un lado, la crisis de los refugiados afecta considerablemente a la imagen de la Unión Europea en su conjunto. Y por otro, los gobiernos locales han utilizado como excusa la inoperancia conjunta de todos los países, para que la culpa y la mala imagen recaiga sobre la Unión Europea
Con respecto a España, Íñigo Cruz cree que “el principal motivo de esta antipatía hacia la Unión Europea son las políticas de austeridad, combinado con el efecto global de la crisis migratoria. El gobierno español se ha escudado, para llevar a cabo sus ajustes y recortes, en que Bruselas lo imponía, pero la realidad es que siendo parte de una moneda común y de una estructura común como es la Union Europea, tenemos una serie de compromisos y deberes. La Union Europea está ahí para velar por eso. Pero para los gobiernos locales resulta muy cómodo echar la culpa a otro. Recordemos que desde la propia Comisión hacía años que se venían requiriendo una serie de mejoras en nuestro sistema económico, y esas reformas no se llevaron a cabo en su momento; y esto tiene un precio. Muchas veces la ciudadanía percibe que la culpa viene desde afuera, pero es necesario un esfuerzo interno para poder cumplir y estar al día. No se debe echar la culpa al club común si somos nosotros los que no cumplimos todas las normas desde el principio”.
No se debe echar la culpa al club común si somos nosotros los que no cumplimos todas las normas desde el principio
Preguntado sobre la posible existencia de alguna fuerza política en España que pudiera estar interesada en forzar o proponer una salida de España de la Union Europea o del Eurogrupo, responde que “es cierto que se utiliza eso del euro como un tema político, pero sólo de una manera populista. Entre las cuatro fuerzas principales, digamos que una de ellas, con intención de focalizar el voto a su favor, puede rozar esa linea, pero aún así, cuando se llega al gobierno la realidad es que no se puede salir del proyecto europeo sin pagar un precio altísimo, mucho mayor que el de estar dentro. Popularmente se dice que dentro de la Unión Europea se está mal, pero fuera de ella hace muchísimo más frío.”
En opinión de Cruz, las ventajas de pertenecer a la Unión Europea “son muchas, aunque no queramos verlas. A veces con el paso del tiempo nos acostumbramos a lo bueno y olvidamos de donde viene; como por ejemplo la paz que reina entre los estados miembros. Además está demostrado empíricamente que el mercado común, la ausencia de fronteras físicas, facilita la libre circulación de mercancías y la libre competencia. Otras ventajas son los programas de intercambio estudiantiles, los servicios de voluntariado, la defensa de derechos, el amparo consular ampliado en los distintos países…”. Y los inconvenientes que señala son “pues los que no gustan a nadie: que cuando uno quiere formar parte de un proyecto común, de una gran aventura común, pues tiene un precio; tiene que hacer una serie de sacrificios, aportar un dinero a un presupuesto común, y no se puede hacer siempre lo que se desea”.
Cuando uno quiere formar parte de un proyecto común, de una gran aventura común, pues tiene un precio; tiene que hacer una serie de sacrificios
“Para reconciliar al ciudadano con la idea europeísta -indica Ïñigo Cruz- claramente hace falta mejorar la comunicación. Uno de los problemas reconocidos por la Union Europea es que no ha sabido conquistar el corazón de los ciudadanos; lo que conocemos como “Bruselas”, ese conjunto de instituciones, no han cultivado un acercamiento al ciudadano, y esto a su vez se ha visto agravado a medida que el proyecto europeo ha ido ganando complejidad. También se requiere a nivel nacional/local una contribución de los gobiernos. Deben renunciar a esa comodidad demagógica de echar la culpa de sus males a las instituciones europeas.
La Union Europea no ha sabido conquistar el corazón de los ciudadanos
En general también es necesario un esfuerzo conjunto para simplificar el mensaje de la Union Europea hacia la ciudadanía, así como una mayor proactividad de los ciudadanos para informarse al respecto”.
Fernando Moragón, el otro experto al que hemos consultado, es el Presidente del Observatorio Hispano Ruso de Eurasia (OHRE), y mantiene una postura netamente distinta a la de Íñigo Cruz, y mucho más crítica, con respecto al proyecto europeísta, aunque hay algunas coincidencias genéricas en el diagnóstico de esta antipatía de Grecia , Francia y España hacia la Unión Europea: “Hay elementos efectivamente comunes: las políticas de austeridad que se vienen planteando tanto desde Bruselas como desde Berlín han afectado de una manera tremenda a Grecia, que es la que ha sufrido y sigue sufriendo más, sobretodo después de que la Unión Europea obligara al gobierno de Syriza a plegarse a su autoridad. España también ha sido un país muy castigado por la austeridad, ha habido un rescate bancario y no termina de haber ningún tipo de recuperación…y en Francia está habiendo una reforma laboral en la misma línea de las que ha habido en España y Grecia y que está generando importantes protestas”.
España ha sido un país muy castigado por la austeridad, ha habido un rescate bancario y no ha habido ningún tipo de recuperación
Además considera que la crisis de los refugiados también afecta a la percepción negativa del proyecto europeo: “en España no la padecen directamente porque los flujos migratorios tienen otras rutas, pero se percibe el desastre de la gestión. Y sobre todo porque uno de los pilares básicos de la Unión Europea, que es Schengen, se ha venido abajo: ahora mismo cada país hace lo que quiere. Con lo cual se está viendo que no funciona, que la Unión Europea se está viniendo abajo”.
Fernando Moragón tampoco cree, sin embargo, que ninguna fuerza política en España se plantee seriamente abandonar la Unión: “Ni PP, ni PSOE ni Ciudadanos se van a oponer a nada de lo que venga de la Unión Europea, y Podemos, que sería el más crítico, tampoco propone salir de la Unión europea: propone reformarla”.
Otro asunto es si la Unión Europea es reformable. “En mi opinión no lo es. Por hacer un símil, es como una casa que ya está vieja y obliga a examinar dos opciones: rehabilitarla en caso de que las estructuras sean sólidas y pueda seguir en pie; o bien tirarla y hacer una nueva. Esta Unión Europea que tenemos ahora está condenada a caerse, con lo cual habrá que reconstruir en todo caso una nueva Unión Europea sobre otros otros principios”.
Esta Unión Europea que tenemos ahora está condenada a caerse, con lo cual habrá que reconstruir en todo caso una nueva Unión Europea sobre otros otros principios
Desde esta perspectiva, a Moragón le cuesta ver ventajas, claro, en la pertenencia a la Unión: “Quizá, antes de la crisis del 2008 era algo más fácil verlas. Estaba la ventaja del Espacio Schengen, que ahora está desapareciendo, al haber quedado suspendida en varios países; el euro, la moneda común, que en principio parecía una ventaja ha demostrado ser ahora mismo un problema, porque al no haber unidad fiscal está creando unas desigualdades brutales entre países del norte y países del sur…a mi juicio, actualmente, casi todos son inconvenientes”.
Para restaurar la confianza del ciudadano en la Unión Europea, dice Fernando Moragón, “habría que refundarla. Empezar por hacerla más democrática. El Parlamento Europeo sigue pintando muy poco. Es cierto lo que se ha dicho siempre: al final las decisiones terminan tomándolas gente que no ha sido elegida directamente por los diferentes países ni en las elecciones al Parlamento Europeo; es decir, las toma una élite de funcionarios que gozan de un sistema de puertas giratorias. Al final están muy desconectados y aplican políticas de austeridad que no van a ningún lado, más centradas en recatar a los bancos que en rescatar a la gente.
En cuanto a la política exterior de la Unión, Fernando Moragón está muy interesado en señalar que “la política de sanciones contra Rusia me parece una equivocación tremenda. Está dañando a Rusia, está dañando a Ucrania, está dañando a la Unión Europea… y a los únicos a los que beneficia es a los Estados Unidos, que tienen una relación comercial con Rusia muy pequeña. Y al mismo tiempo, esas sanciones las sufren las poblaciones, como pasó en Irán, como pasó en Cuba y como pasará en cualquier otro sitio.
"La política de sanciones contra Rusia me parece una equivocación tremenda. Está dañando a Rusia, está dañando a Ucrania, está dañando a la Unión Europea… y a los únicos a los que beneficia es a los Estados Unidos"
El problema es que desgraciadamente la Unión Europea está muy subordinada a Estados Unidos en todo este tipo de cosas, con lo cual no se acabarán las sanciones hasta que Estados Unidos no quiera. Es curioso incluso el caso de España. Yo he notado incluso que, aunque el Partido Popular tenga que secundar oficialmente el tema de las sanciones para no salirse de las lineas marcadas por la Unión Europea, ellos no son muy partidarios. Además para España no es un asunto prioritario; hay otros muchos más cercanos y urgentes.
Y esto es otro de los síntomas de este proceso de desintegración de la Unión Europea: hay distintos grupos de países con intereses absolutamente contrapuestos. El grupo báltico, por ejemplo, está más preocupado por el tema de Rusia y Ucrania, mientras los países del Sur están más preocupados por la crisis de los refugiados.Son intereses demasiado diferentes e irreconciliables en un grupo grande de países: son 28 países, no hay que olvidarlo”.
David Romero