"El atacante de Orlando no es hijo del Estado Islámico, sino de EE.UU."

La ideología "retorcida que alimenta la obsesión de EE.UU. por violencia, poder y dominación" está directamente relacionada con la masacre de Orlando, opina el escritor y analista político John Wight.

Es un síntoma de una nación que está intoxicada con un sentido de excepcionalidad y supremacía, responsable de más muertes, destrucción y el sufrimiento humano

"Aunque que Omar Mateen proclamó lealtad al Estado Islámico antes de desatar el asesinato masivo en Orlando, es hijo de la cultura estadounidense, enferma terminal de odio al otro, de adicción a las armas y de la violencia letal en la que nada", sostiene el escritor y analista político John Wight en su nuevo artículo para RT.

Según Wight, aunque "la ideología retorcida de odio que alimenta el EI" está directamente conectada con la masacre en un local gay de Orlando (Florida) el pasado 12 de junio, "también lo está la ideología retorcida que alimenta la obsesión de EE.UU. por la violencia, el poder y la dominación".

"Esta obsesión se refleja en una cultura racista e intolerante del cumplimiento de la ley que protege a los ciudadanos según su raza y riqueza y que primero prefiere disparar y después preguntar", señala el analista político. A su juicio, es un "síntoma de una nación que está intoxicada con un sentido de excepcionalidad y supremacía, responsable de más muertes, destrucción y el sufrimiento humano".

En referencia a la política exterior de EE.UU. Wight afirma que el hecho de "hablar el lenguaje de libertad y democracia mientras se destruyen las sociedades y los países que cometen el delito de negarse a doblar la rodilla ante esta excepcionalidad ha envenenado la cultura y la sociedad americana". Según él, "el nivel de hipocresía que acumula un país que se proclama el hogar de la libertad mientras que tiene entre sus aliados más cercanos estados medievales y bárbaros como Arabia Saudita, donde los homosexuales son azotados y reciben los peores castigos de manera regular, se refleja en la idiotez de las leyes sobre armas creadas en el siglo XVIII que siguen siendo relevantes en el siglo XXI".

"Omar Mateen no pertenece al El, sino a EE.UU., nación cuya política exterior sembró las semillas de las que el EI ha crecido", concluye Whight.