Bombardero atómico B-58 Hustler de EE.UU.: un error de la Guerra Fría

La monstruosa aeronave Convair B-58 Hustler se convirtió en una de las mayores amenazas para la propia Fuerza Aérea de EE.UU.

El bombardero B-58 Hustler era uno de los aviones más llamativos de la Guerra Fría. La forma triangular de sus alas, cuatro motores gigantes y velocidad supersónica de Mach 2 dieron lugar al mito de que si los pilotos volaban demasiado rápido, las alas del avión podían desprenderse del fuselaje, escribe 'The National Interest'.

El B-58 era un avión muy complejo. Aunque se trataba de una maravilla de la ingeniería, el Hustler sufría terribles accidentes, altos costos de mantenimiento y cambios en las misiones estratégicas. Como consecuencia, tan solo estuvo en funcionamiento una década, la de 1960.

Diseñado para atacar a la URSS

El B-58 era un heredero directo de Boeing B-47 Stratojet y fue creado para atacar a la Unión Soviética despegando de bases aéreas aliadas ubicadas fuera de EE.UU.

Sin embargo, debido a la amenaza potencial de la URSS, los países aliados de Washington se abstuvieron de albergar en su territorio armas nucleares de EE.UU. dirigidas contra Moscú.

Además, la necesidad de tener los bombardeos estratégicos más cerca del enemigo desapareció con el desarrollo de la tecnología de abastecimiento aéreo. Por eso, los B-58, finalmente, fueron desplegados dentro de Estados Unidos. 

Antes de la entrada en servicio de estos aviones, a lo largo de la década de 1950 su función la cumplía el bombardero Convair B-36 Peacemaker. Sin embargo, cuando la URSS lanzó la producción de los cazas MiG-15 y otros interceptores, los B-36, B-47 y Boeing B-52 se vieron seriamente amenazados. 

Diez años en servicio sin lanzar una bomba

El bombardero B-58 ejecutó su primer vuelo en 1956 y entró en servicio en 1960. La nave fue diseñada para entrar en el espacio aéreo de la URSS a gran altura y velocidad supersónica. El Hustler debía maniobrar y lanzar bombas en condiciones extremadamente difíciles.

No obstante, el Hustler B-58, igual que el В-36 y В-47, nunca lanzaron ni una bomba. Teóricamente, el B-58 podía utilizarse como un bombardero corriente, pero su alta velocidad y difícil control a alturas bajas no permitieron su uso en la Guerra de Vietnam.

La Fuerza Aérea de EE.UU. recibió 116 aviones B-58 y perdieron 26 de ellos en tan solo 10 años de servicio.

A pesar de que en los primeros años de la aviación supersónica los aviones sufrieron una gran siniestralidad, el Hustler-58 batió todos los récords debido al alto costo y la flexibilidad operacional limitada. 

El avión resultó ser tremendamente caro y esta 'peculiaridad' suya se acabó convirtiendo en su principal punto débil. Ni al entonces presidente, Dwight Eisenhower, ni al secretario de Defensa Robert McNamara les gustaba la idea de gastar millones de dólares en un bombardero cuando los misiles balísticos parecían mucho más prometedores para alcanzar el territorio de la URSS con sus ojivas nucleares.