El himno nacional de Colombia se escucha hasta la acera frente al local, por encima de las bocinas de los carros, el ulular de motos y el pregón de los vendedores ambulantes. El señor Carlos Castañeda, colombiano de nacimiento, tiene el televisor a todo volumen para ver la firma del acuerdo entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC-EP.
Yo estoy de acuerdo con que haya paz duradera en Colombia, pero con justicia
Tiene más de 34 años viviendo en Venezuela, país al que llegó con su madre cuando era apenas un adolescente. Es periodista, lleva un portal web y por las tardes ayuda a un amigo portugués en un pequeño local de venta de quesos, ubicado en la esquina San Ramón, de la avenida Fuerzas Armadas, en el centro de Caracas: "Yo estoy de acuerdo con que haya paz duradera en Colombia, pero con justicia", dice mientras escucha el discurso de Santos desde La Habana y un ventilador intenta mitigar el sopor de la tarde.
Esa paz duradera pasa, para el señor Castañeda, por sincerar el papel de los actores en el conflicto porque "se ha manipulado mucho la historia". "En la escuela a mí nunca me hablaron de las razones que tuvo la guerrilla para convertirse en una fuerza insurgente y creo que en ese relato se han cometido muchas injusticias, se han dicho medias verdades".
Castañeda interrumpe su relato para ir a buscar al vendedor del local del lado. Se trata de Rafael Hernández, un boyacense que llegó a Venezuela hace dos lustros y que, al igual que toda su familia, emigró a Venezuela en busca de las oportunidades que escaseaban en su tierra.
"Mi hermana fue la primera que se vino, hace más de treinta años, y los otros hermanos nos vinimos de uno a uno, graneaditos, porque aquí vimos una fuente de trabajo y una expectativa más positiva que allá no teníamos. Es que Colombia es siempre difícil, sobre todo para nosotros que somos del campo".
La tercera ciudad
En más de medio siglo de conflicto armado, Venezuela -que tiene aproximadamente 30 millones de habitantes- ha acogido a más de 5,6 millones de colombianos, lo que representa casi 20% de su población total. El país caribeño podría ser, si se compara con Bogotá o Medellín, la tercera ciudad más densa de Colombia.
Yo me siento muy agradecido con Venezuela por haber participado en este proceso, de que haya contribuido al acuerdo para que esto se termine
"Por eso es que Venezuela es el principal afectado del conflicto en Colombia", afirma Castañeda. El juicio no es gratuito. Además de ser el mayor país receptor de la inmigración del país vecino, la permeable frontera ha permitido un rico intercambio cultural y social, pero también la introducción de los flagelos derivados de la guerra como el narcotráfico, el contrabando y el paramilitarismo.
La complicada dinámica en la costura invisible de la frontera colombo-venezolana ha sido motivo de roces históricos entre los gobiernos de ambos países, aunque en la misma medida un aliciente para buscar una solución para terminar con el único conflicto armado que sigue vivo en la región. El papel de Venezuela durante los años de la Revolución Bolivariana ha apuntado hacia esa dirección.
Desde el gobierno del Presidente Hugo Chávez y ahora en la administración del mandatario Nicolás Maduro, Venezuela ha participado en el grupo de acompañantes del proceso de paz, que hoy dio un paso decisivo con la firma del acuerdo para el cese de hostilidades entre el gobierno y las FARC, un día que ha sido llamado como el último de la guerra.
"Yo me siento muy agradecido con Venezuela por haber participado en este proceso, de que haya contribuido al acuerdo para que esto se termine", dice Hernández.
Generación binacional
Castañeda, como muchos otros colombianos, decidió echar raíces en Venezuela. Tiene tres hijos: su hijo menor está saliendo del bachillerato, su hija es fotógrafa y el mayor de sus vástagos estudia comunicación audiovisual. Son venezolanos con sangre bogotana.
Igual que ellos es William Guzmán "Magú", un músico venezolano que ha participado en importantes agrupaciones como Desorden Público y Circo Vulkano. Su madre, Luz Nelly, llegó a Caracas proveniente de Cali, al sur de Colombia, hace 45 años "y se siente una venezolana más", cuenta en entrevista a RT.
"Mi mamá vivía en una zona rural de Siloé donde las FARC tenían mucha influencia y se vino huyendo de este conflicto. Su situación era muy difícil, había mucho miedo, pero encontró una patria en Venezuela. Ella, al igual que yo, está muy emocionada por ver esta luz al final del túnel en Colombia después de años de lucha, de mucha sangre derramada, de mucha injusticia".
La firma del acuerdo es un evento único que da inicio a otra etapa: la de creérselo, la de sanar, aunque haya heridas que no se curen y se lleven por siempre
Magú ha crecido bajo la influencia cultural de dos países que alguna vez fueron uno solo. Por eso, insiste, "cuando un colombiano viene a Venezuela o un venezolano va a Colombia dice 'hermano, somos lo mismo, no nos caigamos a charla'. Somos muy parecidos en nuestra idiosincracia, en el 'ven pa'cá y entra a la casa, conoce a la familia', de esa afinidad inmediata que tenemos nosotros".
En esa breve cartografía de afectos gemelos recuerda a Petare, el barrio más grande del área metropolitana de la capital venezolana: "allí siempre está la comunidad colombo-venezolana con su comida, con su pick-up, con la champeta; y yo cuando voy a Medellín noto el parecido que tiene con Caracas, con su gente, con sus barrios, con la salsa".
La alegría por el anuncio es una esperanza compartida por las lecciones que deja al mundo y que requieren, para Magú, "de mucha humildad y la lucidez para comprenderlo".
"La firma del acuerdo es un evento único que da inicio a otra etapa: la de creérselo, la de sanar, aunque haya heridas que no se curen y se lleven por siempre (...) Mañana Colombia despierta con una gran sonrisa y nosotros, como venezolanos, también".