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El FBI se da por vencido: así es el fin de la historia del ingenioso secuestro de un avión

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En 1971 Dan B. Cooper secuestró un avión, saltó en paracaídas y despareció para siempre con el dinero que recibió a cambio de dejar libres a los rehenes. El FBI acaba de anunciar que cierra el caso tras haber sido incapaz de indentificar al supuesto responsable de este misterioso caso.

La Oficina Federal de Investigación de EE.UU. (FBI) ha cerrado el misterioso caso protagonizado por D. B. Cooper, que en 1971 secuestró un Boeing-727, recibió 200.000 dólares para que liberara a los rehenes y finalmente saltó desde la aeronave en paracaídas para esfumarse para siempre. El sitio web del FBI informa de que 45 años después los agentes no han logrado identificar al presunto responsable. Se trata del único caso irresuelto de un secuestro aéreo en EE.UU. 

El pasajero 18C: la historia de un secuestro digno de un mago

El 24 de noviembre de 1971 un pasajero de nombre Dan B. Cooper compró un pasaje para el vuelo 305 de Northwest Orient que cubría la ruta Portland–Seattle. El inviduo ocupó el asiento 18C del Boeing 727-100. Al poco de despegar, se dirigió a una de las azafatas del vuelo y le entregó una nota, que decía que llevaba una bomba a bordo de la aeronave.

La azafata, de nombre Florence Schaffner, leyó literalmente: "Tengo una bomba en mi maletín. La usaré si es necesario. Quiero que se siente junto a mí". Para demostrar la seriedad de sus intenciones, Cooper abrió su maleta de mano, y la azafata vio cables, un reloj y un supuesto mecanismo explosivo.

Además, en la nota Cooper recordaba que estaba secuestrando el avión y quería 200.000 dólares en billetes de 20 dólares y cuatro paracaídas. La tripulación decidió cumplir las demandas del secuestrador y el avión aterrizó en el aeropuerto de Seattle.

Después del aterrizaje al 'pasajero 18C' se le entregaron el dinero y los paracaídas. Cooper cumplió su parte de acuerdo dejando marchar a los 36 pasajeros, pero demandó que se quedaran una azafata, dos pilotos y un ingeniero de vuelo. El avión despegó de nuevo rumbo a la ciudad de México con un único pasajero a bordo.

La tripulación permaneció en la cabina del piloto. Cuando la nave sobrevolaba el suroeste de Washington, el secuestrador saltó en paracaídas usando de la salida situada en la parte trasera del avión. En él no encontraron ni dinero ni la maleta con la bomba. 

D.B. Cooper desapareció para siempre. Se creía que había muerto como consecuencia de un aterrizaje fallido, pero su cuerpo nunca fue encontrado. La principal evidencia del caso son billetes hallados cerca del lugar del supuesto aterrizaje de Cooper, sus huellas dactilares en el avión y el retrato del secuestrador a partir de los testimonios de quienes lo vieron. Sin embargo, 45 años después, la investigación no ha dado ningún resultado. El caso está cerrado. Parece que el destino de Cooper seguirá siendo un misterio para la eternidad.

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