La actual situación política en Turquía tras el fallido golpe de Estado, puede desencadenar una onda expansiva a través de la OTAN, una alianza que presenta "múltiples signos de una enfermedad terminal", asegura en su artículo de la revista 'The National Interest' el escritor y principal investigador del Instituto Cato, Ted Galen.
Según el experto, la victoria del presidente turco Recep Tayyip Erdogan sobre la "inepta" intentona golpista no significa una victoria verdaderamente democrática para Turquía. Al contrario, Erdogan ha utilizado este incidente para purgar no solo a los militares, sino también el poder judicial, el sistema educativo e incluso sanitario del país. "El alcance y la velocidad de la purga confirma que Erdogan simplemente utiliza el intento del golpe de Estado como pretexto para implementar un plan a largo plazo", considera Galen.
La OTAN, que se presenta como una alianza de democracias ilustradas, corre el riesgo de enfrentarse a la vergüenza de tener en sus filas a un "miembro dictatorial en todo su alcance, menos en el nombre". Esto seguramente no será del agrado de otros Estados miembros de la Alianza y provocará graves tensiones y divisiones dentro del bloque militar, agrega.
Otros signos de la dolencia que sufre la OTAN
Pero el descenso de Turquía hacia el autoritarismo no es el único signo de enfermedad en la Alianza. Existe una notable incertidumbre dentro de la organización en cuanto a Rusia. La mayoría de los miembros del Este de Europa han adoptado una posición de confrontación hacia Moscú, y este enfoque es apoyado por la cúpula política y militar de la OTAN.
"Hasta ahora, la estrategia de línea dura ha prevalecido en gran medida. Recientemente la Alianza ha llevado a cabo ejercicios militares a gran escala cerca de las fronteras rusas, y ha decidido desplegar cuatro batallones: tres en los países bálticos y uno en Polonia. Pero esta postura hostil hacia Moscú no está exenta de discrepancias", señala el autor del artículo.
En junio pasado, el ministro de Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeir, sorprendió a sus colegas de la Alianza con comentarios muy negativos sobre las últimas maniobras a gran escala. Estas medidas, dijo Steinmeir, son "contraproducentes", e instó a los líderes de la OTAN a evitar "ruidos de sables y gritos de guerra". Estaría "bien no crear pretextos para reanudar una vieja confrontación", agregó el ministro alemán.
La "nube más oscura" que se aproxima en el horizonte de la Alianza
Hungría y República Checa también han mostrado dudas sobre las políticas cada vez más agresivas hacia Rusia. Además, la reciente reconciliación entre Ankara y Moscú puede conducir a una mayor erosión del consenso de la OTAN en favor de una política agresiva hacia Rusia, sostiene Galen.
Sin embargo, la "nube más oscura" en el horizonte para la Alianza son las elecciones presidenciales estadounidenses. Aunque la candidata demócrata Hillary Clinton se ha comprometido a mantener el 'statu quo' en relación con la OTAN, el republicano Donald Trump ha expresado dudas sobre la conveniencia de los compromisos de EE.UU. con la Alianza. Asimismo ha indicado que prefiere una relación amigable con Moscú.
"Una presidencia de Trump sería el último clavo en el ataúd de la OTAN. Su administración seguramente exigiría grandes reformas, e incluso una posible retirada de EE.UU. del bloque. Sería la fisura más grave en la Alianza, pero no es la única. La OTAN presenta múltiples signos de una enfermedad terminal por más que sus partidarios quieran negar esa realidad", finaliza Galen.