La normalización del paso fronterizo entre Colombia y Venezuela está de nuevo en la agenda, lo que plantea una discusión pendiente: la derogación del decreto número 8.
Después que Venezuela decidiera restringir el paso en sus 2.119 kilómetros de frontera, el gobierno del Presidente Nicolás Maduro insistió en denunciar las medidas que, desde Colombia, afectaban severamente la economía nacional, entre ellas un decreto que establece una tasa dual para el bolívar con respecto al peso.
Según el decreto número 8, vigente en Colombia desde el año 2000, hay dos tasas de cambio. Hoy, un venezolano podría cambiar un bolívar por 295,58 en el Banco de la República de Colombia, pero si hiciera el canje en la frontera, recibiría apenas 2,5 pesos colombianos por la misma cantidad de bolívares. Una devaluación de facto.
En su blog, el economista y ex ministro de Economía del gobierno de Nicolás Maduro, Luis Salas considera que "devaluar el bolívar de semejante modo tiene la utilidad de facilitar y hacer posible el contrabando" y "le da a los colombianos un poder de compra adulterado" si entran a Venezuela.
Esa realidad, legalizada por Colombia, ha contribuido a la depreciación artificial de la moneda venezolana, por lo que, en agosto del año pasado, el presidente Maduro fue tajante: La frontera seguirá cerrada hasta que no se corrija esa distorsión.
¿Y los bolívares?
Un trabajo publicado este viernes por la revista Semana reaviva ese debate: ¿qué pasa con los bolívares que entran y salen de Cúcuta, al norte de Colombia, desde la frontera con Venezuela?
La cifra de 120.000 venezolanos que cruzaron hacia Colombia durante los dos fines de semana que se abrió parcialmente la frontera, sorprendió a la opinión pública. Al principio, los medios y la derecha nacional calificaron el éxodo como una postal de la "crisis humanitaria" en Venezuela y no dudaron en afirmar que el vecino país era el que iba a proveer de alimentos a las mustias despensas de los habitantes de Táchira. Pero no fue así.
Para Salas, el movimiento de venezolanos que fueron a mercar a los surtidos anaqueles en Colombia "encubre el que dicho 'abastecimiento' es de origen venezolano, extraído por contrabando, de manera que en realidad lo que están haciendo es seguir la pista de los productos secuestrados e ir a pagar un rescate por ellos", escribe en su blog.
"La gente cree que vienen con bastante plata, pero la verdad es que lo máximo que llega a cambiar un venezolano son 100.000 pesos que, en últimas, no significan nada", dice uno de los cambistas entrevistados por Semana.
Y "no significan nada", precisamente, por ese cambio dual. Lo que más inquieta es qué ocurre después con la cantidad de bolívares que entran a Cúcuta en las casas de cambio o en los automercados que aceptan la moneda venezolana.
"Parte de esas divisas venezolanas son usadas para hacer transferencias bancarias de manera informal", destaca Semana. Muchos cambistas tienen cuentas en Venezuela y prestan un servicios de transferencias en bolívares que no son mediadas por el Banco de la República, es decir, son ilegales.
El presidente de la Cámara de Comercio de Cúcuta, Carlos Luna, dijo a Semana que el tema ha estado presente en las mesas binacionales para discutir la reapertura de la frontera: "los bancos centrales son los que deben autorizar esas operaciones de pagos y cobros en bolívares fuertes y pesos colombianos. Ellos deben entender lo que se quiere de la nueva frontera para que sea una oportunidad comercial".
Frontera sana
El próximo 4 de agosto está prevista la reunión entre ambas cancillerías. En las últimas semanas, la ministra de Exteriores de Colombia, María Ángela Holguín, ha sostenido varios encuentros con las autoridades de los departamentos fronterizos, mientras corren las negociaciones en las áreas de defensa y comercio.
Por su parte, la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, encabezó ayer un encuentro con los ministros del gabinete económico y los gobernadores de los estados limítrofes "profundizando el tema de la frontera colombo-venezolana", escribió en su Twitter el ministro para Industria y Comercio, Miguel Pérez Abad.
Aunque las relaciones han sido históricamente tirantes, ambos gobiernos han dado señales de querer normalizar el flujo de personas y mercancías en su costura común, pero el éxito de esa empresa dependerá de que puedan establecerse nuevas reglas que beneficien la economía fronteriza sin mecanismos que torpedeen la estabilidad de la moneda.
Nazareth Balbás