Hace exactamente 35 años, en agosto de 1981, los científicos alertaron a la humanidad de la amenaza del calentamiento global en la Tierra. Desde entonces sus consecuencias no han hecho más que acentuarse y todavía no existe una solución viable al problema. Por si esto fuera poco, en los últimos años se ha recopilado información sobre nuevos factores que se suman a los antiguos agentes del cambio climático, que hacen que las perspectivas que plantean los científicos sean poco menos que apocalípticos.
El efecto invernadero no es el único culpable
En la actualidad prácticamente todo el mundo ha oído hablar del efecto invernadero y de los gases que lo provocan. Sin embargo, resulta que el aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera de la Tierra no es el único culpable del calentamiento global.
Pável Sujonin, miembro del Consejo de Expertos de la Comisión de Recursos Naturales, Gestión de Recursos Naturales y Ecología de la Duma Estatal de Rusia, cree que hay que tener en cuenta tres factores: "La contaminación electromagnética, la contaminación ambiental del agua y las líneas eléctricas de superficie".
Esta hidra de tres cabezas calienta más el planeta que los gases de invernadero, asegura el experto.
En cuanto a la contaminación electromagnética, Sujonin explica que "la Tierra gira en el campo magnético de otros planetas. La contaminación electromagnética producida por toda la red de energía del planeta es una fuerza electromotriz más. La idea es que la Tierra debe girar más rápido, pero debido a su enorme masa esta rotación no tiene lugar y, como consecuencia, se calienta".
Por otro lado, las masas de agua, al igual que los bosques, son los pulmones del planeta, de manera que la contaminación de las superficies de agua crea una serie de problemas ambientales. Uno de ellos es que las partes contaminadas del océano dejan de generar oxígeno para empezar a absorberlo de la atmósfera, lo que aumenta la concentración de dióxido de carbono.
Otra contribución al aumento del calentamiento global proviene del poderoso campo electrostático que forman las líneas eléctricas. Entre la ionosfera y la línea eléctrica se eleva un escudo de iones a través del cual no pueden pasar las masas de aire húmedo, un fenómeno que reduce la cantidad de precipitaciones y el secamiento de ríos y depósitos de agua cercanos que ello comporta.
Meteorología apocalíptica
Los mensajes de los meteorólogos son cada vez más parecidos a los informes del frente y, si nos fijamos en la historia reciente de los informes meteorológicos mundiales, la situación es totalmente apocalíptica.
Algunos ejemplos de este situación apocalíptica son las temperaturas anormalmente altas que se vivieron en Rusia en 2010, que provocaron grandes incendios y contaminación por humo en Moscú y sus alrededores, o las anómalas heladas que afectaron Europa y Rusia en 2012 y EE.UU. en 2014., las nevadas anormales en EE.UU. 2013 y en Japón en 2014, o la nieve sin precedentes en Israel y Palestina, Sudáfrica y Arabia Saudita; tampoco hay que olvidar las inundaciones de 2013 en Europa y el Lejano Oriente, o las recientes inundaciones en Brasil, Perú, China y EE.UU. Y el mes de junio de 2016 se convirtió en el más caluroso de la historia moderna de nuestro planeta, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA). Y esta lista negra sigue creciendo.
Mientras tanto, Sujonin señala que en los próximos veinte años las diferencias entre el invierno y el verano irán desapareciendo. "Pronto la única estación que existirá será el 'primotoño'. Además sigue aumentando el contraste entre las zonas secas y las de lluvias", advirtió el experto.
Los océanos se desbordan
Uno de los escenarios de terror fruto del calentamiento global más repetidos es el derretimiento de los hielos y el aumento catastrófico del nivel de los océanos. Algunos expertos pronostican una completa desaparición del hielo ártico para los años 2030-2050. Como resultado, el agua puede desbordarse de la costa Atlántica y las zonas costeras de Uruguay, los Países Bajos y Dinamarca. Del mapa desaparecerán ciudades como Londres y Venecia, Alejandría y El Cairo. Bajo la amenaza de las aguas ya se encuentra la ciudad peruana de Huaraz y una nación completa: Kiribati.
Con el aumento del nivel de las aguas llegarán también devastadores tornados, incendios forestales, fríos extremos y la sequía. Muchas especies de insectos tropicales migrarán hacia el norte, transportando consigo enfermedades exóticas. Pero eso no es lo peor...
Apocalipsis de metano
El desastre que se predice es solo uno de los modelos de desarrollo de la situación posibles, todos ellos aproximados. Incluyendo la más apocalíptica, que tiene como desenlace la destrucción de la vida biológica en el planeta como consecuencia de los efectos del metano.
"En el agua se disuelven enormes cantidades de metano", explica Sujonin. Cuando el agua está fría, el metano está conectado, pero con temperaturas más cálidas se disuelve y emerge del agua. Bajo el hielo cerca de las islas Spitsbergen debido al calentamiento del agua se acumula el metano, que al encontrar grietas sale a la superficie calentándose por el camino. Como resultado el metano sale a la superficie en forma de antorchas de fuego de 80-100 metros de altura o géiseres de metano.
"Por lo tanto, el escenario más apocalíptico es que, cuando el agua llegue a un determinado nivel de calentamiento, las emisiones de metano tendrán una reacción en cadena, de manera que toda la atmósfera será de metano y toda la vida biológica desaparecerá", explica el experto.
¿Dónde esconderse?
El aumento del nivel de las aguas es inevitable, pero algunas partes del mundo son menos vulnerables a los desastres naturales. Tras sumar los factores que permitirían vivir de manera más segura, los investigadores llegan a la conclusión de que Australia, Escandinavia, los Balcanes y las tierras altas de Rusia serán los mejores lugares para escapar de las consecuencias del cambio climático.
En la zona de mayor riesgo, según Sujonin, están EE.UU. y Japón, seguido por el Lejano Oriente y Europa.
Una Edad de Hielo como salvación
Para algunos investigadores la humanidad no debe temer al calentamiento global, sino todo lo contrario, es decir, a un enfriamiento global. Sin embargo, este panorama en principio aciago esconde una gran ventaja, opina Sujonin.
"Algunas estadísticas indican que cada 600 años hay una disminución en la actividad de los factores astrofísicos solares. Ahora la actividad del Sol entra en su fase de disminución, y dentro de 15-20 años nos espera una Pequeña Edad de Hielo. Y esto será nuestra salvación del calentamiento global", dice el experto.