Los verdaderos objetivos de EE.UU. en Mosul
Desde el 17 de octubre, las fuerzas iraquíes y las milicias kurdas, apoyadas por la aviación de la coalición liderada por EE.UU., llevan a cabo una operación a gran escala con el fin de arrebatarles Mosul a los yihadistas.
Para el profesor y analista ruso Gevorg Mirzayán, la liberación de la urbe sería una "victoria simbólica" para EE.UU., que se apresura a retomar la ciudad para el 20 de enero, fecha de asunción de su nuevo presidente.
Mosul: Una "victoria simbólica"
El experto recuerda que Mosul no es solo la 'capital' iraquí del EI, sino que desde ese lugar en junio de 2014 el grupo terrorista autoproclamó la creación de su califato. En este contexto, Mirzayán señala que "no importa con cuántos militantes del EI arrasarán los aviones rusos, o cuántos serán abatidos por los soldados sirios o la milicia kurda: la liberación de Mosul por parte de los estadounidenses será presentada por todos los medios de comunicación del mundo como una victoria de EE.UU. sobre la agruopación".
Asimismo ―afirma― la liberación de la urbe iraquí sería expuesta como "una prueba de la habilidad de EE.UU. para continuar ocupando el puesto de sheriff mundial", y como la enmienda por parte de Obama de su propio error. Precisamente al actual presidente se lo culpa de que los terroristas tomaran el control de la ciudad y de todo el norte de Irak, con lo cual "debe remediar la situación antes de abandonar la Casa Blanca", sostiene Mirzayán.
"El objetivo de EE.UU. no es liquidar a los terroristas"
La operación en Mosul ―asegura Mirzayán― a primera vista transcurre bastante bien: EE.UU. afirma que han sido aniquilados hasta 900 yihadistas y que las fuerzas kurdas incluso lograron tomar el control de una sede del EI en la ciudad. Sin embargo, el profesor indica que la lucha en la zona urbana aún no ha empezado y que la sede fue tomada solamente porque los terroristas la habían abandonado.
Hasta el momento, EE.UU. y sus aliados continúan apretando la soga alrededor de la urbe, dejando un corredor para que puedan escapar los militantes y ser evacuados los civiles. Y las razones, de acuerdo con el analista, son "puramente pragmáticas". Es decir, "el objetivo de EE.UU. no es eliminación de los militantes del EI, sino una toma lo más rápido posible de la ciudad".
"Por lo tanto, cuanto más terroristas abandonen Mosul (o aún mejor, se vayan a Siria, donde crearían problemas a los rusos), sería mejor [para EE.UU.]", concluye.
En cuanto a las bajas civiles, Mirzayán recuerda que desde el inicio de la operación solo unas 10.000 personas abandonaron la ciudad. Con lo cual, los bombardeos causarán nuevas víctimas entre los civiles, y según él, la cuestión es "si de estas pérdidas se darán cuenta los periodistas europeos y estadounidenses o si su atención se centrará demasiado en Alepo".
Raqqa, otro asalto "simbólico"
La cuestión de Mosul para EE.UU. ya está "resuelta", observa el analista, y Washington habla de la intención de "consolidar su éxito simbólico" con la toma de la 'capital' yihadista en Siria, Raqqa. Una operación terrestre de EE.UU. es poco probable, teniendo en cuenta que "ni Obama ni Hillary se atreverían a enviar soldados estadunidenses al frente para no recibir de nuevo ataúdes desde Oriente Medio", agrega el especialista.
Además, Mirzayán sostiene que los kurdos no participarían de esa "aventura", ya que su prioridad sería defenderse de los turcos y la 'oposición moderada'. También cree que es poco probable la participación de las tropas sirias.
El "único candidato" que queda para una operación terrestre es Turquía, sostiene el analista. A su juicio, en este caso el programa de mínima para Ankara sería "la derrota de las milicias kurdas y el establecimiento de una zona de amortiguación en el norte de Siria, adonde Ankara podría desalojar a millones de refugiados sirios de su territorio".
Y en ese sentido, el programa de máxima de Turquía sería la toma de Raqqa y el establecimiento de un control a largo plazo por parte de Ankara en el norte de Siria.
Teóricamente, los turcos podrían realizar este último programa, pero la toma de Raqqa "sería un golpe duro a la imagen de Turquía en el mundo árabe", asegura Mirzayán. Las élites creerán que Ankara ha puesto en marcha un proceso para restaurar el poder del Imperio otomano, con lo cual "le sería muy difícil promover su poder blando y los intereses económicos en la región".