La victoria del candidato republicano Donald Trump en las presidenciales estadounidenses ha invalidado todos los pronósticos, que apuntaban que la próxima presidenta sería la demócrata Hillary Clinton.
Las encuestas en las que se basaron estos pronósticos no tuvieron en cuenta el gran número de partidarios del magnate inmobiliario, opina el sociólogo ruso Grigori Yudin.
"Las encuestas de opinión pública tienen un grave defecto: solo se puede encuestar a aquellos que quieren responder, y los seguidores de Trump no entran en esta categoría. Son personas que desde siempre o durante mucho tiempo quedaron al margen de las elecciones o de la política en general. No confían en el sistema, la política ni las élites existentes y asocian las encuestas con este sistema, por lo que no quieren responder", explicó el experto al portal Meduza.
Según Yudin, esta parte del electorado no habría votado si no hubiera visto en Trump a una persona capaz de cambiar, volcar y romper el sistema existente.
Y las encuestas fracasaron en su intento de reflejar la opinión de esta categoría de personas, centrándose en otras que se sienten más cómodas en las circunstancias actuales.
Los partidarios de Trump se sintieron cohibidos
El sociólogo recordó que la campaña de Clinton se apoyó en la táctica de demonizar a Trump y a sus seguidores. La amenaza representada por Trump debía movilizar al electorado.
Y en las últimas tres semanas esta tendencia llegó a adoptar formas increíbles. Clinton acusó directamente a Trump de actuar según los intereses de un país hostil (Rusia), prácticamente calificándolo de traidor, y "trataron de hacer pasar por personas anormales" a los partidarios del republicano.
"Ante tal presión pública, los partidarios de Trump se sentían cohibidos a la hora de declarar sus actitudes políticas en las encuestas", precisó Yudin.
Al mismo tiempo la expectativa de una victoria fácil tuvo un efecto desmovilizador en los partidarios de Clinton. Las encuestas crearon la sensación de que la demócrata contaba con una mayoría abrumadora, aunque se conocía que ambos contaban con 'antirankings' significativos.
"Muchos de los que tenían la intención de votar por Clinton como un mal menor decidieron que ganaría de todos modos y perdieron toda motivación de ir a las urnas", anadió el sociólogo.