La reinauguración hace pocos días del puerto de Gwadar, en la provincia paquistaní de Baluchistán, constituyó la finalización de la primera fase de un megaproyecto de infraestructura en el corazón de Asia. Se trata del Corredor Económico China-Pakistán (CECP), una obra que tendrá un costo de 51.000 millones de dólares, de los cuales Pekín aportará 46.000 millones.
Los 3.000 kilómetros que tendrá esta ruta comercial ―que incluirá la modernización de carreteras, ferrocarriles y gasoductos― irán desde el mencionado puerto de Gwadar hasta la ciudad de Kasgar, en la provincia china de Xinjiang. De esta forma, China tendrá una vía directa hacia el mar Arábigo, Medio Oriente y una mejor posición para extender su influencia también en África.
Hoy por hoy, los barcos chinos que salen hacia el océano Índico deben hacerlo por el estrecho de Malaca, un pasaje marítimo de 850 kilómetros ubicado entre la costa occidental de Malasia y la isla indonesia de Sumatra.
El corredor en clave geopolítica
Además de las ventajas comerciales y de acceso a Medio Oriente, para Pekín este proyecto tiene otro objetivo, puntualmente relacionado con la posibilidad de torcer la balanza geopolítica en su disputa con la India, el otro gigante asiático. Al mismo tiempo le permite poner un coto a la influencia del gran aliado de Pakistán, EE.UU.
Desde el lado pakistaní, la mirada está puesta también en su histórico conflicto con la India. Particularmente en el diferendo sobre la soberanía de la región de Cachemira (parte del recorrido del CECP pasará por esa zona). Pero sin dudas, el aporte económico resulta fundamental. De acuerdo al periodista Ilyas Khan, corresponsal de la BBC en Islamabad, la inversión china de 46.000 millones de dólares representa casi tres veces la inversión extranjera total que ha recibido Pakistán entre 2008 y 2015.
"El CECP es un nuevo concepto de diplomacia basado en objetivos compartidos de prosperidad para Pakistán y la región, y un proyecto para eliminar la pobreza, el desempleo y el subdesarrollo", declaró recientemente el primer ministro pakistaní, Nawaz Sharif. "No solo mejorará la infraestructura de Pakistán, sino que también le brindará un necesario conocimiento, destrezas y técnicas de las nuevas tecnologías", añadió.
El terrorismo acecha
Más allá de los avances logrados hasta el momento, tanto China como Pakistán tienen todavía un escollo que resolver: el problema de la seguridad. En la provincia de Baluchistán, desde hace diez años que actúan grupos islamistas insurgentes. Estos han retomado la histórica lucha de emancipación de la región, surgida cuando Pakistán se independizó. De hecho, el mismo día de la inauguración del puerto de Gwadar un atentado reivindicado por Estado Islámico causó la muerte de 52 personas en un templo sufí de la región.
Por parte del lado chino, la situación tampoco es pacífica. La provincia de Xinjiang ―donde se encuentra el otro extremo del CECP en la ciudad de Kasgar― es escenario de la reivindicación independentista de la etnia uigur, que considera que esa región es víctima del imperialismo y colonialismo chino.
A todo esto hay que sumarle el ya mencionado paso del CECP por Cachemira y su cercanía con Afganistán y el accionar de los talibanes. Por ese motivo, el gobierno de Islamabad ha dispuesto la creación de una nueva fuerza de seguridad especial de 10.000 efectivos encargada especialmente de controlar la nueva vía comercial.