Un estudio mexicano diseña para Trump un muro rosa con una cárcel para 11 millones de personas
"Construiremos un enorme muro a lo largo de la frontera sur. Y México pagará por el muro. Desde el primer día comenzaremos a trabajar en un impenetrable físico, alto, poderoso, hermoso muro en la frontera sur", aseguró en septiembre el que fue candidato republicano y vencedor de las elecciones de Estados Unidos, Donald Trump.
La construcción de un muro que separe la frontera entre México y EE.UU. ha sido una de las claves de la campaña presidencial de Trump, quien ha prometido deportar a dos o tres millones inmigrantes con antecedentes penales y reforzar el control sobre los 11 millones de indocumentados que viven en su país.
Un estudio de arquitectos de Guadalajara (Jalisco, México) tomó al pie de la letra las palabras del ahora presidente electo de EE.UU. para ofrecer un diseño "lo más seductor posible" a esa posible construcción, con unas imágenes que "hablan el mismo idioma espectacular de Donald Trump", explica Leonardo Díaz Borioli, director creativo de Estudio 3.14.
En principio, las imágenes "capturan la vista" pero, "cuando tenemos la atención puesta, mostramos, imaginamos, ilustramos al pie de la letra las palabras de Trump y hacemos evidente lo grotesco de sus política", explica Díaz Borioli, que estudió una maestría de historia y teoría de la arquitectura en el MIT de Massachusetts.
Este hombre habló con un filósofo especializado en arquitectura, el árabe musulmán Hasanally Ladha, quien le recomendó combinar el muro de Trump "con una cárcel para los 11 millones de indocumentados de EE.UU." con vistas a unir "dos políticas perversas".
De este modo, Leonardo Díaz Borioli y los estudiantes procedentes de diversas disciplinas que trabajan en Estudio 314 diseñaron un muro prisión inspirado en la estética surrealista del arquitecto mexicano Luis Barragán que refleja su estética geométrica pura y sin ornamentos, con texturas y colores brillantes.
Por ese motivo eligieron el rosa, que recuerda el color de diversas viviendas que creó ese afamado profesional, aunque también se inspiran en una gran tradición de 'proyectos megalomaniacos' de ciudades continuas.
Las imágenes son "una alegoría de cualquier ideología política, que es tan perversa como seductora: es aquello que vemos y nos seduce por los ojos".
Un accidente
Estudio 3.14 compartió su proyecto en sitios web de diseño y, en 48 horas, ya se había traducido a seis idiomas y había protagonizado más de 120 artículos en cinco continentes, mientras que su video logro ser tercer 'trending topic' en la versión francesa de Twitter.
"Más que un experimento, fue un accidente", pero "lo que es importante es que este objeto hecho para dividir unió a una comunidad global multilingüe que está a favor de un mundo sin fronteras", relata Díaz Borioli.
Algunas personas les han tildado de oportunistas y se han ofendido porque han empleado la estética de Barragán para algo que consideran perverso. Sin embargo, también han recibido muchas felicitaciones por mostrar que los mexicanos no son como les pinta el magnate neoyorquino. Incluso un belga diseñó una caricatura con un muro similar que va tapando la Estatua de Libertad.
Autocrítica a la arquitectura
Leonardo Díaz Borioli considera que la arquitectura "escucha al poder", al cual ofrece "imágenes poderosas de edificios" y tiene que "seducir" para que se construyan". Por este motivo, la pertinencia de este proyecto tiene dos sentidos.
El primero es hacer una autocrítica a la disciplina de la arquitectura. Estudio 3.14 pensó que, electo Trump, algún despacho querría levantar el muro. Y acertó. Al día siguiente de la victoria electoral del multimillonario, la Asociación de Arquitectos Estadounidenses le envió una carta con una propuesta de diseño. Además, al redactar este texto se supo que la empresa mexicana Grupo Cementos de Chihuahua estaba dispuesta a ofrecer los materiales necesarios para ponerlo en pie.
La segunda pertinencia del arquitecto Díaz Borioli era mostrar el problema con las imágenes: "Todo lo que dice Trump, el concepto de deportar a 11 millones de seres humanos, no lo podemos entender" hasta que exista "un edificio" donde quepan esas personas, con lo cual su deseo era "tener la certeza" de que el estadounidense vio una imagen de "las monstruosidades que dijo" para que "no quede la menor duda de que no sabía qué estaba diciendo".