Durante su campaña electoral, el presidente electo Donald Trump describió reiteradamente a China como el principal enemigo de Estados Unidos. Tal actitud le generó votos y afectó a China, pero no de la manera que quisiera Trump: al fin y al cabo Pekín podría beneficiarse de ella.
Y China ya ha sacado provecho, por ejemplo, estrechando vínculos con Rusia y con socios regionales ante el potencial empeoramiento de los lazos con EE.UU.
Trump ha anunciado sus planes de retirar a EE.UU. del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), un tratado de libre comercio que excluye a China deliberadamente.
Así, Pekín tiene una buena oportunidad de convencer a los aliados asiáticos de Washington para que se unan a su alternativa, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), que agruparía a Asia Oriental y es apoyada por tres actores clave: Japón, Malasia y Australia.
"Esto le permite a China decir: 'No tienen ustedes que depender de lo que haga Estados Unidos", comentó a RT en inglés el economista Daniel Wagner.
Una razón más de cómo el Gobierno de Trump podría ayudar a China es la intención del presidente electo de cancelar el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.
Si Trump cumple su promesa, el mundo tendrá que buscar a un nuevo líder global que haga frente al cambio climático, y en este caso puede ser China, sostiene Wagner.
Además de los mencionados acuerdos, el giro estratégico a Asia, anunciado por el presidente Barack Obama, también está en juego. El debilitamiento del curso estadounidense en este sentido podría aprovecharlo China para fortalecer sus relaciones con los vecinos.
"China no está compitiendo con EE.UU. por el liderazgo global, pero de alguna manera, gracias a Trump, se verá en el papel principal para manejar estos asuntos", afirmó el columnista chino Xu Qinduo.