The Intercept cuenta cómo los medios de EE.UU. se benefician de las mentiras sobre Rusia
El periódico estadounidense 'The Washington Post' obtiene suculentos beneficios de los artículos falsos que publica sobre la 'amenaza rusa', historias sensacionalistas que encuentran rápida difusión entre los lectores. En cambio, las notas de rectificación que publican posteriormente advirtiendo de que la información era falsa apenas tienen repercusión, escribe el periodista Glenn Greenwald en un artículo para el portal The Intercept.
Recientemente 'The Washington Post' ha publicado dos artículos sobre la 'amenaza rusa' que tuvieron mucha difusión por Internet pero que finalmente resultaron contener información no veraz. En uno de ellos se afirmaba que Rusia difundía "noticias falsas", mientras que de acuerdo con el segundo "hackers rusos" irrumpieron en el sistema eléctrico de EE.UU.
El primer artículo fue recibido con una fuerte crítica por parte de varios medios de comunicación como la revista 'The New Yorker', que lo calificó de "propaganda", y la revista 'The Rolling Stone', que tildó el texto de "vergonzoso" y "repugnante". En cuanto a la segunda publicación, en realidad Moscú no solo no tenía nada que ver con el sabotaje, sino que este ni siquiera existió, afirma Greenwald.
Rectificaciones hipócritas
Posteriormente, aunque a regañadientes, la información de ambos artículos fue desmentida por el propio periódico, pero entretanto ya le habían reportado al rotativo capitalino un gran número de visitas y, en consecuencia, buenos beneficios económicos.
"Pero aunque esta debacle sea embarazosa para el periódico, también es altamente provechosa. Eso es porque los periodistas [...] promueven de manera agresiva los artículos originales, sensacionalistas y falsos, para que se vuelvan virales y aporten un inmenso tráfico para 'The Washington Post'", explica el periodista.
Otros medios de comunicación y periodistas se hicieron eco del material que al final resultó ser falso y lo difundieron. Sin embargo, una vez desmentida la noticia, pocos de ellos se preocuparon por rectificar y mencionar que la información no era verdadera.
¿Pruebas? ¿Para qué?
Lo mismo ocurre con todas las historias sobre Rusia, escribe The Intercept. Los periodistas hacen clic en el material, lo retuitean y los difunden sin ningún análisis crítico.
"El hecho de que generalmente estas afirmaciones tengan como fuente los murmullos de algún oficial anónimo y que no vayan acompañadas de ninguna prueba no detiene a los periodistas. Cualquier declaración oficial de que Moscú está detrás de algún mal mundial se interpreta inmediatamente como la Verdad", insiste Greenwald en su artículo.
Según el autor, a los medios como 'The Washington Post' no les importa si escriben la verdad o no. Ellos saben que incluso con materiales no válidos serán alabados y recompensados, ya que lo más importante es que lo hacen por la "Causa correcta".
Greenwald también señala que él mismo fue atacado por haber criticado las acusaciones contra Rusia y clasificado como nacionalista, partidario de Trump e incluso agente del Kremlin.