El lunes 16 de enero Rusia lanzó el misil balístico Topol-M desde el cosmódromo de Plesetsk, en el noroeste del país. Según el Departamento de Información y Medios de Comunicación del Ministerio de Defensa ruso, el misil alcanzó con alta precisión un objetivo marcado en la península de Kamchatka, en el otro extremo de Rusia, a unos 6.000 kilómetros del lugar de lanzamiento. Los militares han precisado que con este test buscaban confirmar la estabilidad de vuelo del misil balístico intercontinental de esta clase.
El pasado octubre Rusia disparó tres misiles balísticos en un día desde diversas partes del país. Dos de los lanzamientos fueron realizados desde los submarinos Novomoskovsk, en el mar de Bárents (en el noroeste) y el Sviatói Gueorgui Pobedonósets desde el mar de Ojotsk (en el este de Rusia).
Según el columnista de RIA Alexánder Jrolenko, el éxito de los lanzamientos no solo muestra la integridad de las armas estratégicas rusas, sino también las capacidades tecnológicas del país para definir su zona de seguridad nacional. "Que las tropas de la OTAN estén a unos cientos de kilómetros de Moscú es más un problema peligroso para Bruselas y Washington que una presión a Rusia", opina el analista. "Cada lanzamiento de un misil balístico continental desde la parte europea de Rusia rumbo a un polígono en Kamchatka es una invitación al diálogo y a la cooperación pacífica", concluye Jrolenko.
Los misiles Topol, diseñados en 1992 tras la desintegración de la Unión Soviética, son sometidos a prueba varias veces al año. Las principales ventajas de estos misiles son su capacidad de maniobra, su mejorado sistema de defensa para evitar radares enemigos y su reducido tiempo de operación antes del lanzamiento. Tienen un alcance de 11.000 kilómetros y pueden ser equipados con una ojiva nuclear de 550 kilotones.