En diciembre de 2014, Chivilcoy (Buenos Aires) fue la primera ciudad de Argentina que dejó de organizar concursos de belleza, gracias a una ordenanza municipal aprobada por 12 de sus 17 concejales.
"Estos concursos de belleza entre niñas, adolescentes y jóvenes refuerzan la idea de que las mujeres deben ser valoradas y premiadas exclusivamente por su apariencia física basada en estereotipos", sostenía el proyecto presentado por la Secretaría de Género y la Asamblea por los Derechos de la Niñez y Adolescencia de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA).
Desde esa perspectiva, se promovía "una verdadera obsesión por la belleza corporal" y por "un ideal de perfección que nunca se alcanza e incluso disparando en enfermedades como bulimia, anorexia y otros trastornos alimentarios".
En su reemplazo, el municipio estableció eventos que fomenten "el reconocimiento a personas de entre 15 y 30 años que en forma individual o colectiva, se hayan destacado en actividades solidarias tendientes a mejorar la calidad de vida de barrios de esta ciudad o localidades de campaña del Partido".
El efecto #NiUnaMenos
El 3 de junio de 2015, Argentina vivió su primera movilización de la iniciativa #NiUnaMenos, impulsada por un grupo de periodistas. Comenzó como una convocatoria para rechazar los femicidios en Argentina, pero se convirtió en un movimiento nacional que empezó a dar la disputa por acabar con la violencia de género en todas sus formas.
En este contexto, otras ciudades siguieron el ejemplo de Chivilcoy. En junio de 2016 Viedma (Río Negro) se convirtió en la primera capital provincial de Argentina en tomar esta medida, mientras que a finales de diciembre una marca deportiva también suspendió el concurso del mejor trasero de la ciudad balnearia de Mar del Plata por "la sensibilidad de empezó a causar el tema de la violencia de género en el país".
Finalmente, la ciudad de Gualeguaychú (Entre Ríos) —donde se celebra el carnaval argentino más famoso— decidió que, en lugar de la reina de la ciudad, elegiría a representantes culturales, que pueden ser tanto mujeres como varones. No obstante, como el evento lo realizan entes privados, seguirá designando a la mujer más bella del concurso.
Hasta 2016, las aspirantes a la Reina de la Vendimia de Mendoza solo podían ser mujeres entre 18 y 25 años que midieran un mínimo de 1,60 metros de altura y las ganadoras podían perder su título en caso de "matrimonio y embarazo, entre otras circunstancias". Reglas similares se aplican en distintos concursos de belleza; de hecho, quien fuera elegida Miss Mundo Neuquén 2016, Tamara Fernández, perdió su título porque tenía una hija.
Un largo recorrido
Verónica Andrea Bajo es titular de la agrupación Acciones Feministas de Bahía Blanca (Buenos Aires) y su trabajo, iniciado en 2012, puso de relieve el cuestionamiento a los concursos de belleza. Según relató a RT, en aquel año comenzó una investigación que "tenía que ver con eventos de cosificación y de violencia simbólica por parte del Estado" y, en ese recorrido, encontró "más de 1.000 elecciones de reinas" en Argentina.
Desde la perspectiva de esta activista, "lo más grave" de este tipo de concursos es que poseían "reglamentos súper discriminatorios" respecto a la juventud, la maternidad o las medidas físicas de las participantes y, si no coincidían con las que habían declarado, "quedaban descalificadas". Asimismo, Bajo recordó que "las reinas ofician como promotoras precarizadas" de la ciudad o fiesta que las eligió "porque no tienen ningún tipo de contrato", un "agravante" más allá "del sexismo, la cosificación y la violencia simbólica".
A partir de la recolección de toda esta información, Acciones Feministas lanzó una campaña en 2013, que se formalizó con el envío de "una carta al director del Instituto Cultural de Bahía Blanca" para solicitar que suspendiera "la elección de la reina de la ciudad". Posteriormente, el colectivo hizo lo mismo con la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género (CONSAVIG), creada en el marco de la ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres en los Ámbitos en que Desarrollen Sus Relaciones Interpersonales. De esta forma, la iniciativa fue cobrando relevancia nacional.
Un camino sin vuelta atrás
"En los años 70 las feministas iban a las puertas de los concursos de belleza a parodiar y cuestionar la elección de las Miss Universo o Miss América", recordó la socióloga y dirigente de la colectiva feminista Mala Junta, Victoria Freire, quien destacó que, en este contexto, el movimiento de mujeres y feminista encabeza "una nueva ola" y vuelve a poner en cuestión estas instancias "históricas" que "reproducen todo tipo de estereotipos".
Para Freire, "no es casual" que en este marco sean cuestionados con tanta fuerza los concursos de belleza, cuando se discuten "otro tipo de expresiones que también reproducen violencia, como el llamado piropo, el acoso callejero y otras acciones que naturalizamos".
Verónica Andrea Bajo remarcó que "más de 20 ciudades han terminado con este evento", por eso consideró que "ha sido una campaña exitosa" y se trata de "un camino sin retorno".
Santiago Mayor