Drones, la nueva fuerza letal del Estado Islámico
La operación del Ejército de Irak y las fuerzas aliadas en las afueras de Mosul ha permitido descubrir el mayor taller de vehículos aéreos no tripulados jamás visto en territorios controlados por el Estado Islámico. Ubicado en el distrito de Al-Shura, al sur de la mencionada ciudad.
Pedazos amontonados de poliestireno, fragmentos de alas y transmisores de radio no permitirían apreciar la escala de producción en ese taller si no los acompañaran distintos papeles abandonados por los extremistas. Entre ellos destacaban recibos por valor de varios miles de dólares que constatan la compra de cables, silicona, rotores, cámaras GoPro y otro equipo para drones.
Había también manuales y copias de informes diarios y también mensuales que los operadores de los drones debían escribir a sus jefes sobre las misiones realizadas y "los retos y dificultades" que enfrentan. Toda esta clase de papeles fue sometida a un meticuloso análisis por la colaboradora de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad Harvard, Vera Mirónova.
La experta sacó de su lectura la conclusión de que el uso de drones permitía al Estado Islámico adaptarse a las grandes pérdidas de combatientes causadas por los ataques aéreos. Las principales funciones de los drones eran lanzar unos pequeños artefactos explosivos y dirigir ataques más mortíferos, que los terroristas perpetraban anteriormente por tierra, explicó Mirónova a la agencia AP.
La táctica del EI es la siguiente: primero los aparatos sobrevuelan las posiciones iraquíes observándolas. Luego llegan otros al mismo lugar para dejar caer pequeños explosivos que siembran el pánico entre los soldados. Pero la misión no es solo perturbar a las filas, sino también guiarlas hacia su objetivo: un vehículo cargado con explosivos con un atacante suicida al volante.
Las fuerzas de seguridad de Irak indican que los extremistas usaron los drones ligeros por primera vez en el 2015 para misiones de vigilancia en torno a la ciudad de Ramadi. A principios del 2016 los militares turcos enviados al norte de Irak registraron el primer ataque perpetrado con uso de una cámara volante. Vieron que los sobrevolaban pequeños aparatos que parecían juguetes y 15 minutos más tarde fueron alcanzados con alta precisión por un proyectil.
En mayo de ese año la Policía británica descubrió que los yihadistas planeaban un atentado contra aficionados en el marco de la Eurocopa. El ataque, que tenían programado perpetrar con el uso de aparatos no tripulados provistos de armas químicas, fue evitado gracias a la detención de los implicados.