La "doctrina ofensiva" que desarrolla Corea del Norte para utilizar armas nucleares de manera masiva en las primeras etapas de un posible conflicto, sumada a los planes de guerra de Estados Unidos y Corea del Sur ya conocidos, hacen pensar que una crisis en la península coreana podría derivar en una guerra nuclear antes de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, "tenga tiempo de tuitear sobre ello", considera Jeffrey Lewis, analista del Centro James Martin para Estudios de No Proliferación del Instituto Middlebury (Vermont, EE.UU.), en un artículo para 'Foreign Policy'.
Este especialista recuerda que, en los últimos años, los lanzamientos de misiles de Pionyang han pasado de ser "pruebas en el sentido literal de la palabra" a convertirse en "ejercicios militares", porque Corea del Norte "sabe" que su armamento "funciona" y ya ensaya para una posible guerra nuclear.
Así sucedió con el último lanzamiento de cuatro misiles el pasado 6 de marzo: las autoridades norcoreanas confirmaron que formó parte de un entrenamiento cuyo objetivo era simular ataques a las bases de EE.UU. en Japón.
La respuesta al proyecto secreto para acabar con Corea del Norte
Jeffrey Lewis explica que estas acciones son la respuesta norcoreana al ejercicio anual conjunto 'Foal Eagle' de EE.UU. y Corea del Sur, una iniciativa que formaría parte del programa secreto OPLAN 5015. Datos no oficiales indican que ese plan prevé un ataque preventivo contra Corea del Norte y sus líderes como represalia ante alguna provocación.
Sea justa o no esta descripción, los norcoreanos creen que supone "un ensayo general para una invasión" y, por ese motivo, practican un ataque nuclear para repeler esa posible ofensiva, con lo cual resulta "inquietante" predecir las consecuencias de los planes bélicos de ambas partes, considera Lewis.
El plan de Kim Jong-un
El analista destaca que las acciones de Corea del Norte "dejan poca duda" de que Pionyang utilizaría un gran número de armas nucleares contra las fuerzas estadounidenses en todo Japón y Corea del Sur para aplastar una presunta invasión. Por su parte, algunos desertores norcoreanos han revelado que sus líderes esperan que, al infligir grandes pérdidas en los primeros días, obligarían a EE.UU. y Corea del Sur a detener su invasión.
Aunque los norteamericanos han afirmado en repetidas ocasiones que el uso de armas nucleares sería un suicidio para Pionyang, Lewis considera que una defensa convencional sí resultaría suicida y, para justificar que Kim Jong-un tendría que "que actuar primero, si es que va a hacer algo", recuerda los casos de Saddam Hussein en Irak o Muammar Gaddafi en Libia.
Sin embargo, EE.UU. posee la misma estrategia y eso sugiere que, en el caso de que se tenga lugar una crisis, la presión "iría en aumento", ya que cada parte querrá intervinir antes que su contraria. Por lo tanto, el lanzamiento del 6 de marzo "era una advertencia" no sobre cómo podría terminar una guerra en la península coreana, "sino sobre cómo podría comenzar", concluye Jeffrey Lewis.