Un grupo de astrofísicos del Observatorio Konkoly y de la Universidad Eotvos Lorand de Budapest, Hungría, ha realizado un estudio de la estrella TRAPPIST-1 con el fin de validar las condiciones favorables para la vida en los planetas que la orbitan.
A partir de un análisis de datos de la actividad lumínica de la estrella, colectados por la sonda espacial Kepler de la NASA, los científicos han llegado a la conclusión de que la intensa actividad de su campo magnético provoca una constante variación de las atmósferas de sus planetas y haría imposible la existencia de vida en la forma en que la conocemos.
Según el estudio, las tormentas magnéticas de la estrella TRAPPIST-1 son mucho más fuertes que las de nuestro Sol. Los científicos han calculado que la intensidad de estos fenómenos son entre 100 y 10.000 veces más fuertes que la tormenta solar de 1859, conocida como evento Carrington y considerada como la más potente registrada en la historia. En aquella ocasión una gran llamarada solar provocó numerosos destellos brillantes de luz que iluminó el cielo desde EE.UU. hasta Colombia, produjo cortes y problemas en las líneas de telégrafo y derivó en numerosos cortocircuitos e incendios.
Además, la poca distancia existente entre TRAPPIST-1 y los planetas que integran su sistema solar, haría que las continuas llamaradas solares de esta estrella arrasen con cualquier forma viviente en los planetas que orbitan a su alrededor.
El pasado 28 de febrero, la NASA anunció el descubrimiento de un nuevo sistema solar con siete planetas similares a la Tierra que giran alrededor de la joven enana roja TRAPPIST-1, cuya relativamente corta edad —500 millones de años— es ideal para el surgimiento de vida. Se presume que tres de ellos mantienen una temperatura adecuada e incluso existe la posibilidad de que contengan agua. Esta noticia ilusionó a millones de entusiastas de todo el mundo, quienes vieron una lejana posibilidad de que el ser humano habite estos planetas en el futuro.