La analista política especializada en Oriente Medio Catherine Shakdam –autora del artículo "Sobre la búsqueda de EE.UU. de una guerra global y la venta de Siria al exclusivismo sectario" publicado en la columna editorial Op-Edge– recuerda a los que siguen bajo la "impresión fantasmagórica" de que para el bien de Siria lo mejor es cambiar de régimen que "si no fuera por el presidente Al Assad, Siria y con mucha probabilidad toda la región del Levante mediterráneo habría caído bajo el dominio del Estado Islámico".
Shakdam alerta que tras el bombardeo de EE.UU. contra una base aérea siria y las acusaciones lanzadas contra el Gobierno de Al Assad de "haber empleado sustancias químicas para deshacerse de milicianos wahabitas", el Estado Islámico "ha vuelto a sus activdades de limpieza religiosa".
"Siria está sangrando, los niños están tumbados boca abajo en el suelo y el mundo todavía discute sobre imágenes, acusaciones e intervencionismo militar contra el único Ejército que ha conseguido mantener la oscuridad a raya", critica la analista. La oscuridad para ella es el "Ejército de la Bandera Negra" del Estado Islámico.
Al mismo tiempo, la experta acusa a Occidente de estar convirtiendo Oriente Medio en un "polvorín sectario" y de exhibir una hipocresía que solo redunda en beneficio de los "excluyentes wahabitas". "¿Qué hay de malo en elegir defender un territorio, a la gente y a un sistema de gobierno que rechazan el exclusivismo de wahabismo?", plantea.
La analista va más allá y afirma que la retórica estadounidense se alinea con la de terror, pero "con más sofisticación". "¿Y si la selectiva indignación del señor Trump ante el supuesto y no verificado ataque químico contra un bastión del Estado Islámico fue realmente una táctica para darle al ejército de la organización terrorista la oportunidad de regresar militarmente?", se pregunta Shakdam.
A su modo de ver, "EE.UU. está jugando a un sectarismo más pasivo agresivo que abiertamente genocida" y su "intervención militar" en Siria se debe a unos intereses geopolíticos en la región que no se preocupan por "el costo humano" y las consecuencias que esta conlleve.