El Tribunal Supremo de Rusia ha determinado que la organización es un grupo extremista, con lo que su actividad queda prohibida en todo el territorio nacional.
Días atrás, el Ministerio de Justicia ruso había suspendido la actividad de una sede local de esa organización, que incluyó en la lista de entidades religiosas y públicas cuyo funcionamiento ha sido interrumpido por ejercer actividades extremistas.
Por su parte, los representantes de esta organización han señalado que apelarán la decisión judicial que los obliga a detener su actividad en Rusia.
¿Una secta o una respetable organización religiosa?
La organización Testigos de Jehová es un grupo religioso internacional fundado en 1881 en la ciudad de Pittsburgh, EE.UU. por el pastor estadounidense Charles Taze Russell. Su principio doctrinario se basa sobre la creencia del establecimiento de un paraíso en la Tierra, al que tendrán acceso únicamente 144.000 seres humanos, conocidos como 'los ungidos'.
Los Testigos de Jehová investigan los pasajes bíblicos, pero rechazan algunas de sus prácticas, creen en la vida y la resurrección de Cristo y utilizan cierta terminología cristiana. Asimismo, prohíben a sus miembros el consumo de alcohol y de drogas, no reconocen las instituciones, así como tampoco algunas obligaciones civiles ni algunas de sus prácticas como el divorcio, el servicio militar o la transfusión de sangre, y exigen una sumisión total a la voluntad y los objetivos de la organización.
Uno de sus exmiembros había denunciado recientemente a este grupo como un culto que "trata de controlar las emociones, el pensamiento, la información y el comportamiento de las personas" y acusó a sus dirigentes de llevar a cabo prácticas que menosprecian el papel de la mujer en la familia.
Una violación a las leyes rusas
Entre el 8 y el 27 de febrero pasado se llevó a cabo una inspección no programada a las instalaciones de esta organización. La misma reveló una violación a los reglamentos y a la legislación rusa en materia de la lucha contra las actividades extremistas.
Esta organización internacional, que cuenta con 8 millones de seguidores a nivel mundial—unos 175.000 en territorio ruso—, ha tenido varios problemas con la ley en Rusia. En numerosas ocasiones se les ha impuesto multas por posesión de materiales extremistas o se les ha ordenado judicialmente el cierre de sus centros.