El Tribunal Supremo de Rusia determinó el pasado jueves que los Testigos de Jehová, una organización religiosa fundada en EE.UU. en el siglo XIX, es un grupo extremista y amenaza la seguridad ciudadana. Por ese motivo, las autoridades rusas han prohibido su actividad en todo el territorio nacional y procederán a confiscar sus bienes.
Esta decisión ha generado una ola de reacciones en Rusia y ha despertado el interés de la comunidad religiosa internacional. Algunos han calificado esta medida como justa, mientras que otros la consideran como una decisión que va en contra de la libre elección religiosa.
En ese sentido, la Unión Europea ha expresado que los Testigos de Jehová, "al igual que el resto de los grupos religiosos, deben ser capaces de disfrutar de la libertad de reunión sin intromisiones". Asimismo, expertos en derechos humanos de las Naciones Unidas han instado a Rusia a suspender el juicio contra esta organización, pues consideran que este hecho "amenaza la libertad religiosa".
Una polémica decisión contra un controvertido grupo
Ígor Grishin, padre de una joven que ingresó a la comunidad de Testigos de Jehová, declaró a RT que los miembros de este grupo "son sometidos a la ideología de una persona". Asegura que "no existe una salida" de este grupo porque "la persona está asustada y entiende que la vida para ella se acaba" fuera de él.
Grishin, destaca que su hija ha cambiado desde que integra esta comunidad: "En los primeros seis meses o durante un año mi hija fue totalmente 'formateada'". "Le falta el 'chip' que se formó conmigo, con la familia, con el Estado. Este 'chip' fue sacado y cambiado", denuncia.
Esta no es la única decisión polémica que se ha tomado en contra de este grupo religioso. En Canadá, un juez autorizó la transfusión de sangre a un niño que recibió quemaduras graves a pesar de que sus padres estaban en contra de ello, pues se trata de una actividad prohibida en esta comunidad religiosa.