¿Deberían Corea del Sur y EE.UU. temer a la Fuerza Aérea de Corea del Norte?
La Fuerza Aérea de Corea del Norte es quizá la rama menos peligrosa de las Fuerzas Armadas de Pionyang. Aunque tecnológicamente rezagada y carece del nivel de competencia de las fuerzas aéreas occidentales, la aviación norcoreana tiene puntos fuertes a considerar, informa la revista 'The National Interest' citando un informe del Departamento de Defensa de EE.UU.
Según el dosier, la Fuerza Aérea norcoreana cuenta con una flota de más de 1.300 aviones, principalmente modelos soviéticos heredados. De estos, solo un "puñado" de aeronaves son relativamente modernas e incluyen: 35 cazas Mikoyan MiG-29, 56 cazas MiG-23 y 34 aviones de apoyo aéreo Sukhoi Su-25, pero la mayor parte del parque aéreo de Pionyang está compuesto de aeronaves fabricadas en las décadas 1950 y 1960.
Además cuenta con alrededor de 20 helicópteros de ataque Mil Mi-24. Para compensar el retraso tecnológico y numérico de su aviación, Corea del Norte se centra en las fuerzas de operaciones especiales, señala el Pentágono.
Viejos pero eficaces
"La Fuerza Aérea norcoreana opera una gran flota de aviones de transporte ligero Antonov An-2 de la década de 1940, probablemente encargados de insertar las fuerzas de operaciones especiales en Corea del Sur. Cuenta también con varios cientos de helicópteros de transporte y ataque terrestre, incluyendo los helicópteros Mil Mi-2 y algunos helicópteros de fabricación estadounidense MD500", agrega.
A pesar de que el avión An-2 ya lleva varias décadas en servicio, "todavía es una aeronave eficaz" para las misiones de transporte de las fuerzas de operaciones especiales, una de las unidades "mejor entrenadas y equipadas" de Corea del Norte. "A medida que las capacidades convencionales de Pionyang disminuyen respecto a las de Corea del Sur y EE.UU., las capacidades de sus fuerzas de operaciones especiales son vitales para la coerción asimétrica", destaca el Pentágono.
Si bien es cierto que las aeronaves militares norcoreanas son 'primitivas', no deben subestimarse las capacidades de sus fuerzas complementarias porque podrían provocar considerables daños al enemigo en caso de un conflicto para el que han estado entrenando durante décadas, finaliza la revista.