La historia de cuatro hermanos centenarios sugiere que los genes son la clave de la longevidad
Helen, Irving, Peter y Lee: cuatro hermanos que alcanzaron las edades de 110, 109, 103 y 101 años respectivamente. No es extraño que el simple dato haga pensar que, más allá de hacer vida sana o no, de cuidarse más o menos, y de tener mejor o peor suerte, exista un factor genético determinante que influya de manera decisiva en la cantidad de tiempo que puede vivir una persona. Por ello los hermanos Kahn son un referente que ilumina y anima los estudios genéticos orientados a entender (y promover, si se puede) la longevidad en el ser humano.
A ello se dedica el doctor Nir Barzilai, director del Instituto para la Investigación del Envejecimiento de la Escuela de Medicina Albert Einstein, en Nueva York. En declaraciones recogidas por el diario 'El País', explica que "el 60% de nuestros hombres centenarios y el 30% de nuestras mujeres fumaron durante un largo periodo de tiempo. Casi el 50% eran obesos durante su vida y menos del 50% hacían ejercicio. No hacen nada saludable. Tienen genes que los protegen. Y los tenemos que encontrar". Desde su punto de vista, el impresionante caso de los hermanos Kahn demuestra "que tenemos la capacidad como especie de vivir hasta los 110 años de manera saludable. Los cuatro tuvieron salud hasta el final de su vida. Y también muestran que existe un factor genético".
Este médico israelí explica que los Kahn presentaban en su ADN una mutación en un gen, que estaba asociada, por ejemplo, a niveles más altos de colesterol bueno. Resulta, además, que las personas que presentan esta mutación tienen menos probabilidades de sufrir alzhéimer. Barzilai aporta aquí un dato interesantísimo: "hay más proporción de personas con esta mutación entre los centenarios que en cualquier otro rango de edad".
Esperanzadores proyectos de futuro
En su intervención durante el Congreso Interdisciplinar de Genética Humana celebrado hace pocos días en Madrid, Nir Barzilai explicó que pretende impulsar un ensayo clínico que podría ser una verdadera revolución si se confirman sus hipótesis: tanto él como muchos otros expertos sospechan que las enfermedades asociadas al envejecimiento (alzhéimer, cáncer o problemas cardiovasculares) se pueden retrasar en bloque.
Está previsto que dicho ensayo suponga una inversión de 70 millones de dólares. Hará falta, además, reclutar a unos 3.000 ancianos de entre 65 y 80 años. La prueba consistirá en que la mitad de los voluntarios tomará metformina, un fármaco genérico y barato muy utilizado para controlar el azúcar en sangre en pacientes con diabetes tipo 2. Pero, en este caso, el test se hará en personas sin diabetes. La otra mitad de los participantes en el estudio, sencillamente, no tomará nada. El equipo de Barzilai cree que los resultados demostrarán que la metformina retrasa las enfermedades del envejecimiento, y que este efecto positivo se dejará notar en los pacientes a los que se les administre, en contraste con los del grupo de control.
Algunas pruebas realizadas en animales y datos epidemiológicos en humanos sugieren ya una relación directa entre la metformina y una mayor longevidad... y una menor incidencia de casos de cáncer, alzhéimer y enfermedades cardiovasculares. Si la metformina demuestra tener este efecto, se abrirá una magnífica etapa de investigación llena de esperanzas y posibilidades futuras.