De jugar a la Nintendo a estar presos en Irán: la historia de la familia de Bin Laden tras el 11-S
A principios de septiembre de 2001, la familia de Osama bin Laden vivía una vida tranquila en una de las grandes casas del líder terrorista en Afganistán. Sus hijos jugaban a la Nintendo, sus cuatro esposas cocinaban comida occidental e incluso escuchaban a Madonna en la radio.
Todo cambió el 10 de septiembre, cuando se les ordenó que se trasladaran desde Kandahar a Jalalabad, una ciudad en el noreste de Afganistán, sin que nadie les diera ninguna explicación. Durante los siguientes nueve años, tres de las esposas de Bin Laden y sus hijos huyeron a través de Oriente Medio hasta ser detenidos en Irán.
Ese viaje y las peripecias de la familia han sido revelados en el nuevo libro de Cathy Scott-Clark y Adrian Levy 'The Exile: The Flight Of Osama Bin Laden' ('El exilio: la huida de Osama bin Laden'), que se publicará el 23 de mayo y cuyos detalles sus autores han revelado a 'The Guardian'.
Los que escaparon
No todo era perfecto en la familia del terrorista número uno. Su hijo adolescente Omar, quien había sido educado para heredar el legado de Osama y que guardaba un parecido sorprendente con su padre, nunca compartió la obsesión de Bin Laden por la guerra, de manera que después de enterarse de la próxima 'Operación Aviones' decidió abandonar el seno familiar. Más tarde, recordaba que "el violento camino" de su padre los "había separado para siempre".
Omar le había rogado a su madre Najwa que escapara con él, pero ella nunca había desobedecido a su marido, así que finalmente se marchó solo. Sin embargo, poco antes de los ataques del 11-S, a finales de agosto de 2001, Najwa cambió de opinión y huyó, al no poder aguantar más la austera vida religiosa que llevaba.
En fuga permanente
Después de ser llevados a Jalalabad, las demás esposas e hijos del líder terrorista fueron forzados a vivir en los cuarteles de un campo de entrenamiento de Al Qaeda, donde dormían en viejos colchones entre granadas y rifles. Además, las mujeres habían sido instruidas para inmolarse con chalecos bomba si el grupo era atacado.
En noviembre de 2001, Bin Laden visitó a la familia, pero solo fue para decirles que se mudaran a Pakistán, pues EE.UU. se acercaba. Sin embargo, allí la familia tampoco podía estar a salvo, por lo que fue trasladada de nuevo, esta vez a Irán, con la esperanza de que el régimen chiita se negara a entregarla a Washington.
Detención en Irán
El plan estuvo a punto de fracasar en 2002, cuando Teherán intentó negociar con el Gobierno de Bush la entrega de la familia de Bin Laden a cambio de la reducción de las sanciones y el reconocimiento diplomático, pero el Gobierno estadounidense se negó.
Durante los siguientes ocho años, las esposas y sus hijos estuvieron detenidos en Teherán. Ni siquiera otros miembros de la familia conocían su ubicación y creían que estaban muertos.
En 2008, uno de los hijos de Bin Laden, Saad, logró escapar. Prometió encontrar a su padre en Pakistán y rescatar a la familia, pero murió en un ataque con drones en 2009.
Fue la hija de Bin Laden, Iman, quien tras fugarse también de la prisión logró llegar a la embajada saudita en la capital iraní, donde se puso en contacto con otros miembros de la familia que finalmente negociaron la liberación de los detenidos en Teherán. Iman pasó 100 días en la embajada antes de que se le permitiera ir a Siria, donde estaba su madre, Najwa.
Muerte de Bin Laden
Las otras esposas de Osama se dirigieron a Pakistán, donde se encontraba escondido su marido y donde sería asesinado en 2011. Se cree que las tres —Khairiah, Seham y Amal— estaban presentes cuando le dispararon, y Amal incluso se lanzó delante de su marido cuando los Navy Seals abrieron fuego.
Khalid, el hijo de Osama y Seham, también fue asesinado en el asalto, mientras que Hamzah, el único hijo de Bin Laden con Khairiah, sobrevivió a la incursión y actualmente está tratando de reclamar el liderazgo de Al Qaeda. A principios de este año fue designado 'terrorista global' por EE.UU.