El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha enviado al Consejo Nacional Electoral el decreto con las bases de la propuesta para elegir los 540 representantes de la Asamblea Constituyente que deberán redactar una nueva Constitución. Maduro asegura que este es el camino para salvar al país de la violencia. Entretanto, los disturbios generados por la oposición han causado un profundo daño en la vida de muchas personas que luchan por sus vidas.
El pasado fin de semana un video que mostraba cómo un grupo opositor golpeó salvajemente a un joven al que le prenden fuego dio la vuelta al mundo. Las imágenes fueron grabadas en la urbanización de Altamira, una zona pudiente de Caracas controlada por la oposición. Ahora, Orlando Figuera se encuentra ingresado en un hospital en la unidad de cuidados intensivos.
"Lo recibimos también con 6 heridas de arma blanca torácica abdominal y pélvica. Además tenía un 54% de la superficie corporal con quemaduras, de aproximadamente segundo y tercer grado de profundidad", explicó a RT Alexis Parra Soler, director del Hospital Domingo Luciani.
Según Orlando Figuera, padre de la víctima, su hijo iba caminando por Altamira cuando fue interceptado por un grupo de manifestantes que le preguntó si era "chavista u opositor". El joven respondió: "¿Cuál es el problema en que sea chavista u opositor?". En ese momento, la turba empezó a golpearle y apuñalarle. "Lo quemaron vivo. Eso no se hace", lamentó el padre de la víctima.
El de Orlando no es el primer caso. En esa misma zona, al menos dos personas más han sido linchadas. Una de ellas relató que fue atacada brutalmente, incluso con un cóctel molotov a pesar de que había negado ser simpatizante del Gobierno.
Factores políticos opositores silencian estos ataques y el Ejecutivo difunde imágenes que probarían cómo manifestantes encapuchados reciben dinero, logística y apoyo. Los propios dirigentes marchan junto a ellos y los glorifican en las redes sociales.
Mientras todo esto ocurre, hay una población que pide a gritos que cese la violencia. Un país polarizado y enardecido donde el diálogo cada vez se ve más lejos.