Varios submarinos soviéticos y rusos se recuerdan por las hazañas de sus tripulantes. Por ejemplo, el sumergible diesel-eléctrico B-67 de la Flota del Norte soviética, que efectuó el primer lanzamiento del mundo de un misil balístico desde inmersión en 1955, o el submarino K-407 Novomoskovsk (clase Dolfin), que en 1991 estableció un récord técnico militar aún imbatido al disparar en una ráfaga todos sus proyectiles con un intervalo mínimo entre lanzamientos —16 misiles de 40 toneladas cada uno— durante la Operación Begemot-2.
Otros casos destacados fueron la operación del submarino diésel-eléctrico soviético S-360 en 1959, que simuló un ataque con torpedos contra el crucero pesado estadounidense Des Moines —en el que viajaba el propio presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower— o el del submarino de propulsión nuclear de la URSS K-10, que en 1968 navegó durante 13 horas seguidas y sin ser detectado por debajo del Enterprise, el más potente portaaviones norteamericano de la época, al que 'interceptó', siguió y hubiera hundido... si no se tratara de un ataque simulado.
En la década de los 70, la inteligencia militar de EE.UU. encontró en un depósito de chatarra comprada a la URSS un pedazo de recubrimiento de titanio marcado con el índice '705' y les puso sobre la pista de la existencia del submarino clase Lira (Alfa, según la clasificación de la OTAN), que causaría tanto dolor de la cabeza a los estrategas de la Alianza.
El más revolucionario: El proyecto 705 Lira de la URSS
Este proyecto se acerca a la categoría de mito, ya que los submarinos de clase Lira de la URSS pretendían cambiar el carácter de las operaciones navales.
Los ingenieros soviéticos lograron diseñar el sumergible que podía alcanzar mayor profundidad operativa debido a los nuevos materiales de su innovador casco y el diseño de su reactor nuclear. Además de ser el más rápido, debido a que podía alcanzar 41 nudos de velocidad —más de 80 km/h—, su sorprendente aceleración hacía que fuera más veloz que los torpedos.
Resultó tan rompedor que, para su desarrollo, necesitó una resolución especial del Comité Central del Partido Comunista para que el jefe del proyecto, Mijaíl Rusánov, alterara y hasta violara las normas y reglamentos de construcción naval vigentes en ese momento.
Para lograr un submarino de diseño compacto, la URSS redujo de manera drástica el número de tripulantes —hasta 24 oficiales y seis suboficiales— y, por primera vez en la historia, introdujo un sistema de control automatizado. Entre otras innovaciones inauguradas por los submarinos de clase Lira figura un reactor refrigerado por metal liquido muy compacto que genera enormes cantidades de energía, alrededor de 155 megavatios y otorga 40.000 caballos de vapor.
Al igual que en el caso del caza interceptor MiG-25 y de otras innovaciones bélicas soviéticas, la organización atlántica se tomó muy en serio la amenaza del Alfa, ya que sus torpedos y otras armas antisubmarinas habrían tenido graves problemas para alcanzarles y sumergirse lo suficiente como para destruirlos.
Ya fuera por un pánico verdadero o para estimular la innovación y mejorar su financiación, tanto la Armada de EE.UU. como la Marina Real de Reino Unido se embarcaron en programas avanzados para desarrollar nuevas armas y sensores. Sin embargo, la URSS solo construyó siete unidades, que acabaron desguazadas por Rusia en los años 90 debido a su poca fiabilidad y alto coste.
El más numeroso y destacado en guerras: el U-Boot de la serie VII de Alemania
Como un caso muy destacado figura la actuación de los submarinistas alemanes y su serie de sumergibles, que estuvieron a punto de cambiar el curso de la Segunda Guerra Mundial.
La Alemania nazi fabricó 703 submarinos de la serie VII que formaban terroríficas 'manadas de lobos' cuya misión era cortar las arterias de suministro más importantes de sus enemigos. Sus resultados fueron impactantes: hundieron 123 buques de guerra y 2.770 transportes aliados... y casi desgarraron al Imperio británico.
Durante el primer año y medio de ese conflicto bélico, no encontraron una resistencia organizada y lograron unos resultados fenomenales, de 40 a 1. Sin embargo, con la introducción del sistema de convoyes y el fortalecimiento de la flota antisubmarina, su momento 'de vacas gordas' terminó.
Una noche, casi rascando el fondo del mar con la quilla de su sumergible, los submarinos nazis penetraron a través de rutas estrechas en Scapa Flow, un fondeadero ubicado en las islas Orcadas (Escocia, Reino Unido) y atacaron la principal base de Marina Real británica, una ofensiva en la que el submarino alemán U-47 de Gunther Prien hundió el acorazado Royal Oak, una acción en la que murieron maás de 830 de sus ocupantes.
Las unidades de esta serie VII poseían un diseño racional, un casco muy fuerte que les permitía alcanzar profundidades de hasta 220 metros —dos veces mayor que la de cualquier otro sumergible de la época— y una gran cantidad de dispositivos inteligentes, desde la máquina de encriptación Enigma hasta el 'snorkel', que permite a un submarino operar sus motores diésel sumergido a profundidad de periscopio. Además, los tripulantes de estos sumergibles demostraron el daño que puede causar una flota de submarinos y la cantidad de recursos que hay que emplear para neutralizar ese peligro.
Botado: 1939
Planta propulsora: diésel-eléctrica
Eslora: 66,6 metros
Desplazamiento: 857 toneladas
Profundidad máxima: 250 metros
Velocidad en inmersión: 8 nudos (14,8 km/h)
Tripulación: 48 personas
El más mortífero de la Guerra Fría: Submarino de ataque del proyecto 949A Antei, la URSS-Rusia
Los submarinos del proyecto 949A fueron denominados 'asesinos de portaaviones'. Cada uno era una enorme nave de 24.000 toneladas de desplazamiento y portaba 24 misiles de crucero Granit, de carga explosiva mucho mayor de los novedosos misiles Klambr-NK que poseen los buques de guerra rusos en la actualidad.
En ese grupo de 11 sumergibles entregados a la Marina estaba incluido el K-141 Kursk, que se hundió con los 118 miembros de su tripulación en el mar de Bárents el 12 de agosto de 2000.
Botado: 1985
Planta de propulsión: nuclear
Eslora: 155 metros
Desplazamiento: 24.000 toneladas
Profundidad máxima: 600 metros
Velocidad en inmersión: 32 nudos (59,3 km/h)
Tripulación: 130 personas
El más profundo: el submarino de ataque K-278 Komsomolets, la URSS
El submarino K-278 Komsomolets fue la única nave del proyecto 685 Plavnik y en 1985 alcanzó el récord mundial de inmersión, hasta 1.027 metros.
Sus cascos de presión e interior estaban fabricados con aleaciones de titanio —el primer sumergible en reunir esas condiciones— y a un kilómetro de profundidad este submarino era prácticamente invulnerable para cualquier arma antisubmarina e indetectable para sonares enemigos.
En 1989, se hundió tras un incendio, que causó el apagado de emergencia del reactor y provocó la muerte de 42 de sus 69 miembros de la tripulación.
Botado: 1983
Planta de propulsión: nuclear
Eslora: 110 metros
Desplazamiento: 8.500 toneladas
Profundidad máxima: 1.250 metros
Velocidad en inmersión: 31 nudos (57,4 km/h)
Tripulación: 60 personas
El más grande del mundo: Submarino estratégico del proyecto 941 Akula, la URSS
Los enormes submarinos del proyecto 941 Akula son los más temibles sumergibles jamás creados, gracias a sus 48.000 toneladas de desplazamiento, cinco de cascos de presión, dos reactores nucleares y 19 compartimentos. Esas naves albergan 20 silos de lanzamiento vertical para los misiles balísticos RSM-39 de tres etapas de propelente sólido, cada uno con ojivas de reentrada múltiple y de guiado individual y 90 toneladas de peso.
Los Akula (o Typhoon, según la clasificación de la OTAN), tampoco tienen rivales en cuanto al confort, ya que cuentan con compartimentos individuales para cada miembro de la tripulación, gimnasio, sauna, sala de ocio y hasta una minipiscina, entre otras comodidades.
La única de estas naves que la Armada rusa mantiene en servicio es el Dmitri Donskoi, una de las seis fabricadas por la URSS para contrarrestar a sus análogos estadounidenses clase Ohio. Otros dos Akulas se encuentran en conservación pero en 2016 se tomó la decisión de desguazarlos.
Botado: 1980
Planta de propulsión: nuclear
Eslora: 172,8 metros
Desplazamiento: 48.000 toneladas
Profundidad: 500 metros.
Velocidad en inmersión: 25 nudos (46,3 km/h)
Tripulación: 160 personas