¿A punto de desaparecer?: Así resurge uno de los lagos más grandes del mundo (FOTOS)

El mar de Aral, que alguna vez fue un enorme lago en Asia Central, parecía condenado a evaporarse. Sin embargo, un dique construido en Kazajistán ha podido salvar al menos una parte.

Alguna vez fue el cuarto lago más grande del mundo, ahora el mar de Aral es la evidencia de lo desastrosa que puede resultar la actividad humana. Solo queda un 10 % de su superficie y de hecho dejó de existir como un lago enorme, convirtiéndose en tres pequeñas fracciones. Dos de ellas se volvieron tan saladas que allí se extinguieron los peces y se redujo a la mitad la cantidad de mamíferos y aves, mientras que de la vegetación que antes abundaba solo quedan escasos halófilos y xerófitas.

La causa principal de esta catástrofe ambiental es el riego descontrolado y anticuado de los cultivos de algodón a lo largo de los ríos Amu Daria y Sir Daria. Estos son los principales afluentes del lago, que tras la caída de la URSS quedó dividido entre Kazajistán y Uzbekistán. El agua cedió unos 200 kilómetros, los secos paisajes a su alrededor se volvieron aún más desérticos debido a la falta de aguas subterráneas y el clima cambió, volviéndose más caluroso en verano y más frio en invierno.

Lo que quedó del lago son millones de hectáreas del fondo marino expuesto, del cual el viento eleva y traslada a miles de kilómetros millones de toneladas de arena salada, pesticidas y otros elementos químicos dañinos que durante décadas acababan en el lago provenientes de vastas plantaciones de cultivos.

Estos nocivos elementos químicos llegan hasta lugares remotos como los países escandinavos, Japón e incluso la Antártida, pero afectan sobre todo a los residentes de las zonas adyacentes al mar de Aral, causándoles graves problemas de salud. El porcentaje de personas que contraen cáncer allí es uno de los más altos de toda Asia.

El agua regresa al mar de Aral

Mientras los científicos estiman que jamás se podrá recuperar el Aral en su totalidad, su parte norte ha sido rehabilitada en cierta medida gracias a los esfuerzos que emprende Kazajistán con apoyo internacional. Gracias al dique Kokaral que construyó este país, las aguas se mantienen en esa parte del lago y no penetran en canales que conducen al sur, donde antes se evaporaban.

En contrapartida, ese dique empeora aún más las zonas australes del lago. Pero si bien el destino del mar de Aral en su conjunto parece poco esperanzador por la falta de recursos y de voluntad política en los países que son atravesados por los ríos Amu Daria y Sir Daria, al menos una parte podría salvarse gracias a esta presa.

Orilla del Aral del Norte, cerca de la localidad de Karateren, en Kazajistán, poblada por 150 habitantes. La pesca vuelve a ser una ocupación viable en esta parte del lago. / Shamil Zhumatov / Reuters
Un barco abandonado en la parte salinizada del lago, cerca de la localidad de Akespe donde viven 250 personas. A diferencia de Karateren, el agua no regresó a Akespe. / Shamil Zhumatov / Reuters
Algunos pescadores se pasaron a otras profesiones, como la cría de camellos, que pastan en el antiguo fondo del lago. / Shamil Zhumatov / Reuters
El fondo expuesto del lago está en su mayoría cubierto de sal y no resulta apropiado para las granjas. / Shamil Zhumatov / Reuters
La pesca se ha quintuplicado en Karateren tras la construcción del dique. / Shamil Zhumatov / Reuters
En un momento dado, el agua se replegó alejándose a 100 kilómetros de la localidad de Akespe. Ahora ha regresado, quedándose a 20-25 kilómetros de la localidad. / Shamil Zhumatov / Reuters
Los pecadores, que antes pecaban en grandes barcos de arrastre, ahora solo usan lanchas pequeñas. / Shamil Zhumatov / Reuters
Alumnos del nuevo colegio en la localidad de Bogen. / Shamil Zhumatov / Reuters
Un niño en localidad de Karateren. / Shamil Zhumatov / Reuters
Pescadores cargan su mercancía en un camión en Karakeren. / Shamil Zhumatov / Reuters
Pescadores de Karateren. / Shamil Zhumatov / Reuters
Camellos en una petrolera abandonada en la localidad de Zhalanash. / Shamil Zhumatov / Reuters
Una niña pastorea las vacas en la localidad de Bogen. / Shamil Zhumatov / Reuters
Un ganadero en Karateren. / Shamil Zhumatov / Reuters
Aunque una parte del lago se ha podido salvar, el mar del Aral en su totalidad parece haber desaparecido para siempre. / Shamil Zhumatov / Reuters
Gracias a la construcción de un dique que separó el Aral del Norte de las partes desaparecidas del lago, en el norte se recupera la población de peces, mamíferos y aves. / Shamil Zhumatov / Reuters

Antes de 1973, Kokaral era una isla con una superficie de 270 kilómetros cuadrados, pero al secarse el lago, se convirtió en un istmo que separa el norte y el sur del mar de Aral. El dique de 13 kilómetros de longitud completó ese proceso. Como resultado, se pudo aumentar la superficie del lago separado y elevar el nivel del agua unos 12 metros, en comparación con el mínimo histórico registrado en 2003.

Con el aumento del agua se redujo su salinidad, por lo que ahora en el lago volvieron a aparecer los peces y consecuentemente se restableció la pesca. Es debido a esta experiencia positiva en el norte del mar de Aral que hay esperanza respecto a otros lagos que padecen problemas similares, como el Chad en África o lago Saltón en California.