El Ejército filipino sigue dedicado a su difícil labor de rescate de civiles en la ciudad de Marawi, sitiada por milicianos afines al Estado Islámico. Los precarios acuerdos de alto el fuego apenas duran algunas horas antes de que se vuelvan a escuchar disparos. Las familias rescatadas llegan exhaustas y muchas veces incompletas a un campamento improvisado en el que las organizaciones del estado les ofrecen cobijo y alimentos.
Desde allí, nuestro corresponsal Gonzalo Wancha nos explica que "en algunos casos los familiares consiguen salir de la ciudad porque el padre de familia se ha quedado, con la condición de sumarse a las filas de los yihadistas". RT ha conseguido testimonios directos de los civiles rescatados por el ejército. Tal como puede verse en el video, una mujer cuenta que "Estábamos muy asustados. éramos unas 18 o 21 personas desesperadas por salir de allí y salvarnos. Estábamos muertos de hambre. No habíamos comido nada en 4 días. Vinieron dos de los terroristas y preguntaron si entre nosotros había cristianos, y yo les tuve que decir que no. Luego, cuando escapamos, nos dispararon”.
La pelea por el control de Marawi
La persistencia de esta situación ha provocado un cambio de táctica en el Ejercito filipino. Por ahora han cesado los bombardeos aéreos –que, por cierto, segaron por error las vidas de al menos 10 soldados filipinos-. Ahora la prioridad es rescatar a los civiles de la manera más segura posible. Además, según informes militares recientes, las fuerzas armadas del estado habrían logrado cercar a los yihadistas en puntos muy concretos de la localidad de Marawi, restándoles capacidad ofensiva y limitando mucho su influencia en la zona. De momento les es imposible seguir recibiendo municiones o financiación.
Tal como detalla nuestro corresponsal, el presidente Rodrigo Duterte ha indicado que su gobierno trabaja para crear un corredor que permita la salida de los civiles, porque en una ciudad en la que aún se escuchan disparos, hay mas de un millar de personas cercadas por el miedo y por el fuego cruzado.
Sin embargo, hay un colectivo que se niega a abandonar sus hogares ante el miedo de perderlos para siempre. Un residente en Marawi llamado Áhmed Bahadu Bashkir explica a las cámaras de RT que tienen "miedo de los helicópteros que a veces lanzan ataques sobre nosotros y miedo de que los yihadistas puedan matarnos. Por eso tenemos 2 vehículos preparados para el momento en que ya no podamos soportarlo".
Ésta es la cruda realidad que viven ahora mismo los civiles de Marawi; una situación en la que, como señala Gonzalo Wancha, tan sólo la sonrisa incondicional de algunos niños aporta algo de luz en medio de un entorno oscurecido por la tristeza de las familias divididas, el ruido de los disparos y la tensa incertidumbre respecto al futuro.