El venezolano Nidal El Zabayar, de 23 años, es el mejor estudiante extranjero de la Universidad para las Telecomunicaciones prof. M.A. Bonch-Bruyévich de San Petersburgo, donde cursa el último año de una maestría en Sistemas de Información Inteligente para el Control.
El 1° de junio, como todos los veranos, esa institución universitaria especializada en informática y telecomunicaciones premió a sus mejores alumnos. Nidal recibió la distinción por sus buenas notas y su dedicación.
"Soy el único venezolano en la universidad; de hecho, en el Departamento de Enseñanza para Extranjeros me comentaron que no tienen registro de otros estudiantes de mi patria", explica a RT.
Antes de hablar sobre su condecoración, El Zabayar reconoce la excelencia académica de su 'alma mater', el Instituto Universitario de Tecnología del Estado Bolívar (IUTEB) ubicado en Ciudad Bolívar, al sur de Venezuela.
De este modo, este joven informático considera que su logro "destaca la calidad de la enseñanza en las universidades venezolanas".
Un venezolano en Rusia
Nidal El Zabayar quedó entre los cinco primeros estudiantes en las Olimpiadas Venezolanas en Programación e Informática de 2013 y 2014, un logro que facilitó que obtuviera una beca para cursar una maestría en Rusia.
Además, en octubre de 2015 llegó a San Petersburgo con una ventaja: sabía hablar ruso, un idioma que aprendió durante su infancia gracias a su madre, originaria de la ciudad de Kramatorsk, que entonces pertenecía a la antigua República Socialista Soviética de Ucrania.
El tema de los estudios de El Zabayar es la investigación y el desarrollo de un núcleo inteligente para sistemas orientados a servicios y su aspiración es "trasladar mis conocimientos hacia el área económica", debido a que "muchos factores impredecibles" provocan que "no sea viable" realizar una planificación económica "de manera rígida".
Por este motivo, se especializa en una planificación dinámica y adaptativa que, según sus investigaciones con metodologías matemáticas, disminuye los riesgos y "nunca colapsa", debido a que "siempre hay una salida".
Adiós, arepa
A casi 9.500 kilómetros de distancia quedaron los días soleados, la arepa que le preparaba su madre para desayunar y el queso blanco fresco del estado Bolívar donde nació y creció, una tierra calurosa situada a casi 300 kilómetros de El Callao, donde se celebran los carnavales más emblemáticos de Venezuela, que recuerda gratamente.
Frente a los 30 °C habituales de su tierra, aún se asombra por la inestabilidad del clima de la ciudad donde ahora estudia. Por ejemplo, "hace dos días la temperatura era de 2 °C, a pesar de que es verano. Ahora está en 15 °C".
Al hablar de su experiencia de casi dos años en San Petersburgo, este joven que maneja cinco idiomas destaca las similitudes y diferencias culturales que ha encontrado.
Su proceso de adaptación en la casa de estudios, que también alberga a jóvenes de otros continentes, fue sencillo gracias a sus compañeros. "Los rusos siempre son solidarios y están dispuestos a ayudarte. Para ellos, es interesante compartir con un venezolano porque tienen el concepto de que, si hablan con un extranjero, van a aprender de él", asegura.
En cuanto a los prejuicios sobre la presunta xenofobia rusa, considera que no es así, debido a que "son personas siempre dispuestas a ayudarte, incluso te aconsejan. No se diferencian mucho de los venezolanos en cuanto a su disposición de ayudar".
De igual manera, destaca el estilo de vida saludable de muchos jóvenes. "Eso eso de que en Rusia todo es vodka también es un mito".
Las novedades
En una pequeña lista de cosas diferentes que encontró tras su viaje, se refiere a esa costumbre tan latinoamericana de preguntar: '¿Cómo estás?' a cualquiera. "Me he topado con situaciones donde pregunto por costumbre '¿Cómo estás?' y se me quedan mirando. No es típico decirlo si no conoces a la persona", comenta entre risas.
Define a los rusos como personas discretas al expresar sus emociones. "Nosotros somos gente muy alegre; en cambio, ellos demuestran la alegría cuando están con sus amigos, su gente cercana".
Otra de las cosas que le llamó la atención son los saludos a las chicas. En Venezuela se suele dar un beso en la mejilla, incluso a desconocidas, mientras que "aquí solo se hace si la muchacha es tu novia o muy cercana".
En cuanto a su dedicación a las lecturas necesarias para sus investigaciones, la alta exigencia de su universidad provocan que "calcule mejor mi tiempo, cada minuto que pasa. Perder una hora es desastroso para muchos, es una vida un poco nerviosa, típico de un país industrializado y de una gran cuidad", explica.
La huella de Chávez
Desde que el fallecido presidente Hugo Chávez visitó Rusia en 2001, su nombre quedó en la memoria de muchos.
"Venezuela es un país muy conocido aquí, y lo asocian con el comandante Chávez: cuando uno dice que es venezolano, demuestran mucho respeto hacia él y un gran interés por conocer más sobre el país", con lo cual "no me he encontrado con nadie que no quiera conocer Venezuela", afirma.
Cuenta que le sorprendió la cantidad de movimientos de solidaridad con el país suramericano que participaron en un encuentro organizado por la Embajada venezolana en el Parque Tricentenario de San Petersburgo, donde hay una estatua de Francisco de Miranda, precursor de la Independencia latinoamericana, que visitó Rusia en 1786 y 1787.
"Me contentó la cantidad de rusos presentes, pensaba que la mayoría iba a ser latinoamericanos. Los movimientos de solidaridad con Venezuela son muy activos aquí".
Recordar las raíces
Adel El Zabayar, padre de Nidal y diputado emérito venezolano, estudió en la Universidad de Donetsk de la antigua Unión Soviética, destaca la labor de su esposa en su educación —"La madre es la clave, es muy culta"— y habla con orgullo de su hijo, que "solo saca 5/5", en referencia al sistema de calificaciones de Rusia.
Nidal también se resalta el papel de la mujer en Rusia, que "juega un rol muy importante en la familia y en muchas situaciones es la líder, como ocurre en Venezuela" y habla con alta estima de sus abuelos maternos, Nikolái y Luba Shevchenko.
"Son héroes de la Gran Guerra Patria y nacieron en la que ahora se considera la República Popular de Donetsk. Mi abuelo fue soldado del Ejercito Rojo y mi abuela partisana".
Uno de sus planes más próximos es continuar desarrollando sus investigaciones en el país que lo acoge desde hace casi dos años.
"Los mejores programadores salieron de Rusia. San Petersburgo ha participado en campeonatos mundiales de programación y, hasta ahora, mantiene el primer lugar. En informática, que es mi área de especialización, Rusia esta muy desarrollada".
Nathali Gómez