"Los grupos de choque en Venezuela no se reconocen como organización armada"
En Venezuela acaba de concluir el Foro Internacional de Psicología, Violencia y Operaciones Psicológicas, convocado por el Gobierno de Nicolás Maduro y en el que participaron expertos de varios países latinoamericanos.
La psicóloga mexicana Cecilia Santiago, especialista en violencia de guerra, y quien ofreció una conferencia en Caracas en el marco de este foro, conversó con RT sobre la generación de violencia en las manifestaciones registradas en este país sudamericano.
RT: ¿Cuándo una protesta cruza el límite e incurre en violencia de guerra?
CS: Las constituciones de todos los países establecen límites a las manifestaciones. Límites que señalan cuándo se cometen violaciones a la propiedad privada, destrucción del patrimonio o la obstrucción de vías públicas. Es decir, cada país tiene una normativa que orienta a los ciudadanos para que puedan expresar sus reclamos. Pero cuando en una manifestación se lastima y agrede a otras personas, cuando se utilizan armas de fuego o explosivas, cuando dañan edificios, pierde su carácter ciudadano. Los movimientos ciudadanos se van legitimando en función de su causa, no de la violencia.
RT: ¿Quién incurre en hechos que pueden considerarse como violencia de guerra? ¿Los Estados, los ejércitos? ¿Los civiles?
CS: En una guerra, en un conflicto, hay dos partes por lo menos. Si existe una declaración de guerra o una por parte de un grupo que se levanta, estos pueden cometer actos vandálicos, sean militares o civiles. Pero se configura un panorama de guerra cuando la estrategia de una de las partes es sistemática.
RT: ¿Un ejemplo en la región?
CS: Cuando ocurrió el levantamiento indígena armado de Chiapas en 1994, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), le declaró la guerra al Ejército mexicano y emitieron una proclama en la dejaron muy claras sus demandas: pan, techo, tierra, trabajo, educación, salud, democracia y libertad. Ellos actuaron para tomar 4 cabeceras municipales y confrontaron a un cuartel militar. El Ejército respondió con bombardeos y trasladando tropas a la zona. Tras 12 días de confrontaciones, los zapatistas se replegaron en una zona que ellos controlaban y se produjo un alto al fuego. Posteriormente, expresaron que la situación de abandono de la zona que habitaban era tal, que optaron por las armas para poder visibilizarse, pero reconocieron que eran un Ejército, aunque se decidió por la paz y cesó la confrontación armada. En este caso particular, los zapatistas no buscaban una guerra civil, hicieron un llamado de atención nacional, a pesar de ser un grupo insurgentes.
RT: ¿Cómo calificaría usted a las llamadas guarimbas de la oposición venezolana?
CS: Visto desde la realidad mexicana, los guarimberos actúan como grupos de choque. Hay una parte de la ciudadanía que expresa en las calles un descontento y hay otros grupos que usan la violencia. Escuché testimonios de personas agredidas con objetos y familiares de víctimas asesinadas con armas de fuego en esas guarimbas.
Cuando se evidencia el uso de armas de fuego en una protesta, se parecen más a grupos de choque. Los grupos de choque no se reconocen a sí mismos como una organización armada o un grupo subversivo, pero realizan confrontaciones violentas, haciendo armas con los organismos de seguridad. No es una expresión ciudadana por la vía pacífica. Por eso, en algún momento, podría comenzar a pensarse que están cometiendo actos terroristas. Pero cuidado, esa palabra, terrorista, está muy cargada ideológicamente y es mal empleada a diario. Existe una lógica del poder hegemónico, con la que pretenden crearnos un enemigo al que le pueden hacer cualquier cosa y que no tiene derechos. La denominación de terrorista se usa indiscriminadamente, por eso prefería no usarlo en el caso de Venezuela.
RT: ¿Cómo se combate la violencia de guerra?
CS: Hay cientos de estudios que confirman la premisa de que la violencia genera más violencia. Y una respuesta violenta proveniente de un ejército armado, puede vulnerar los derechos humanos de la población. Ahora, por la información que dispongo sobre el caso venezolano y en la actual coyuntura, es notable la diferencia con otros países de la región. Hemos visto expresiones de violencia y vandalismo de ciudadanos, que incendian edificios o bloquean calles. Mientras que la Guardia Nacional venezolana tiene un protocolo de reacción que no incluye armas de fuego. Es un control más preventivo. Es asombroso ver que los guardias son heridos con balas, uno de ellos incluso resultó asesinado. Eso, en otros países no se da. Me llama poderosamente la atención ver a un ejército desarmado frente a un grupo de choque que usa armas de fuego. Es un contexto digno de resaltar: un ejército que es pacifista, porque el Estado venezolano considera sus planteamientos constitucionales y porque cree que existen otras fórmulas para la paz.
Ernesto J. Navarro