La primera zancada la lanzó el dirigente opositor y gobernador, Henrique Capriles: "hay que tener buena memoria después de haber mentido".
No habían pasado demasiadas horas desde que se conociera la noticia del beneficio de casa por cárcel a Leopoldo López, otorgado por la Sala Plena de Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), cuando las voces dentro de la alianza de derecha llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) hicieron públicas sus suspicacias.
"Hay que tener buena memoria después de haber mentido."Mañana ud protesta las hrs que quiera!Ud es dueño de sus dchos y del país!Seguimos!— Henrique Capriles R. (@hcapriles) 9 de julio de 2017
El tuit de Capriles, aunque sin alusiones directas, tuvo una aparente destinataria: Lilian Tintori, esposa de López, quien aseguró hace un mes que su marido no estaba dispuesto a aceptar el beneficio de arresto domiciliario ni negociaba con el Gobierno. La noticia fue un balde de agua fría para los más radicales. A menos de una semana del "plebiscito" convocado para rechazar la Constituyente, la derecha vive un nuevo dilema: ¿La medida adoptada por el dirigente político es un síntoma de que deben volver a la mesa de diálogo?
¿Todo o nada?
Este lunes la oposición convocó a otro "trancazo", una fórmula de "protesta" que consiste en obstaculizar el libre tránsito en varias vías del país con barricadas. Al menos nueve personas han muerto en los últimos tres meses al intentar franquearlas, víctimas de arrollamientos, linchamientos o disparos.
Ayer, el partido de López, Voluntad Popular (VP), dijo que la protesta sería de dos horas. Inmediatamente, el diputado Primero Justicia (PJ), Tomás Guanipa, rechazó el lapso y propuso hacerlo por diez horas. Capriles, por su lado, hizo un llamamiento para que cada cual proteste el tiempo que quiera. Y en medio, los adeptos reclamando coherencia.
"Cada quien haga lo que quiera" es una expresión dañina. Nada sale bien con bochinche. Coordinación es vital.Personalismos para otro momento— Félix Seijas R. (@felixseijasr) 10 de julio de 2017
Las fisuras que siempre han existido dentro de la MUD se han hecho más evidentes desde la liberación de López. Los factores más radicales lo señalan de traidor; los más atildados hablan de la posibilidad de abrir la puerta a la negociación con el Gobierno para bajar los niveles de confrontación; mientras la cara visible de la derecha ha querido matizar la noticia para convertirla en un "logro" de las protestas en la calle.
En el mar de fondo, un temor inevitable: que el evidente enfriamiento de la calle, la escasa participación en el "plebiscito" (sin efecto legal ni árbitro) y la celebración de la Constituyente terminen de desmoralizar a sus filas y aticen un escenario de violencia. Por eso, ya han salido algunas voces a tratar de calmar las aguas.
Una de ellas ha sido la activista política Rocío San Miguel. En una entrevista ofrecida a Prodavinci, la abogada clamó no sólo por desescalar la retórica sino por renovar la plantilla de voceros: "Ese nuevo liderazgo no debe articular su accionar basado en el todo o nada, como ha ocurrido en los tres momentos cúspides en los que se ha actuado en esta dirección, en 2002, en 2014 y en 2017".
Déjense de teorías de conspiración como las que había con la Fiscal: lo de Leopoldo es un avance, no una jugada maestra del G2 ni de nadie— Freddy Guevara (@FreddyGuevaraC) 8 de julio de 2017
"La ventana de la negociación, no solamente es una opción éticamente viable, sino que, además, tiene oportunidades políticas de transitar, siempre y cuando se establezcan bien ciertos parámetros: quiénes pueden ser los negociadores, qué facilitación técnica deben tener y, sobre todo, qué voy a ofrecer a cambio para poder ir a una negociación", explica. "El todo o nada tiene que salir de la mesa política del país. El todo o nada, donde estamos sentados actualmente, nos va a conducir a dos cosas terribles: Una, a un mayor número de muertos. Dos, probablemente a la mayor migración de venezolanos al exterior en toda nuestra historia", agrega San Miguel.
Sobre-expectativas
Por ahora, el ambiente en Venezuela es de definiciones. La oposición ha convocado a un atropellado plebiscito para este domingo sin haber precisado los detalles logísticos y conscientes de que no será vinculante, mientras el Gobierno apuesta a la Constituyente a fin de mes.
Luego de tres meses de protestas violentas de la oposición, el desgaste es evidente. Desde diciembre de 2015, la dirigencia prometió la salida de Maduro en menos de un año si ganaba la mayoría de la (AN). Los seguidores cumplieron su parte, pero la MUD no.
Asesores de la oposición como el presidente de Datanálisis, Luis Vicente León, no cesan de advertir el error recurrente de la derecha: prometer lo que no pueden cumplir. En una columna publicada el domingo, el analista deja claro que "las negociaciones a las que puede estar dispuesto el Gobierno están muy lejos de lo que aspira la oposición (salida de Maduro) y, especialmente, la que espera como triunfo la base opositora, que actúa con sobreexpectativas, como si ya hubiera ganado". En esa reflexión reitera la incapacidad del antichavismo para presionar una salida porque no tiene "la fuerza, ni la unidad estructural para negociar".
En ese laberinto, las declaraciones de Tintori después de la liberación de su esposo resultan, cuando menos, curiosas: "Si tenemos que trabajar en conjunto para lograr salir de la crisis que atraviesa el país, cuentan conmigo". Para un diálogo, como el que ha convocado Maduro en reiteradas ocasiones, se necesitan dos. Un sector de la oposición parece haber abierto la puerta.
Nazareth Balbás