Después de que este 3 de septiembre Corea del Norte efectuara su prueba nuclear, en la reunión del Consejo Nacional de Seguridad de Corea del Sur su ministro de Defensa, Song Young-moo, ha instado a los altos funcionarios surcoreanos a reconocer la necesidad de fortalecer las medidas militares, en lugar de fortalecer las vías diplomáticas.
Ante este panorama, Estados Unidos y Corea del Sur planean desplegar un grupo de ataque con portaviones, bombarderos estratégicos y otras fuerzas en la península coreana, según un informe del Ministerio de Defensa surcoreano dirigido a la Comisión Parlamentaria de Defensa cuyo contenido ha difundido la agencia Yonhap.
En septiembre, los militares surcoreanos también planean llevar a cabo un ejercicio militar con fuego real, que involucra el uso de un misil de crucero guiado aire-tierra Taurus lanzado desde un cazabombardero F-15K. Esos proyectiles poseen un alcance de hasta 500 kilómetros y están diseñados para realizar ataques de precisión contra objetivos altamente protegidos o ubicados en la profundidad de las defensas enemigas.
Los datos disponibles indican que la potencia de la bomba de hidrógeno que Corea del Norte hizo explotar varía entre 70 a 120 kilotones y esa ojiva se podría instalar en un misil balístico intercontinental. El Ministerio de Defensa de Corea del Sur estima que, a fin de demostrar que ha conseguido la capacidad de alcanzar territorio estadounidense, Piongyang podría realizar próximamente el lanzamiento de un proyectil de ese tipo.
Asimismo, ese organismo surcoreano anunció su intención de desplegar cuatro nuevos lanzadores del sistema de defensa antimisiles estadounidense THAAD y aseguró que dos ya se encuentran en la provincia de Seongju, a unos 300 kilómetros de Seúl.