Desde principios del siglo XXI, la humanidad ha vivido numerosos terremotos, algunos de los cuales destacan especialmente por su escala y las consecuencias nefastas que tuvieron. El más reciente ha sido el fortísimo sismo –de magnitud 8,2- ocurrido este jueves en México, del que todavía hay que evaluar los efectos que causó.
Si miramos en los eventos sísmicos producidos desde el 2000, los más fuertes fueron el terremoto en el océano Índico que provocó el devastador tsunami del 26 de diciembre de 2004 (de magnitud 9,3), el terremoto en Sichuán, China, del 12 de mayo de 2008 (magnitud 8,0), el terremoto en Haití del 12 de enero de 2010 (magnitud 7,0), el terremoto en Chile del 27 de febrero de 2010 (magnitud 8,8), el terremoto en Japón del 11 de marzo de 2011 (magnitud estimada entre 9,0 y 9,1), el terremoto en Nepal del 25 de abril de 2015 (magnitud 7,8), el terremoto en Afganistán del 26 de octubre de 2015 (magnitud 7,5) y el terremoto en Ecuador del 16 de abril de 2016 (magnitud 7,8).
Todos esos movimientos telúricos causaron desde cientos hasta decenas de miles de víctimas, heridos y desaparecidos, dejando a millones de personas sin hogar y provocando graves daños materiales y económicos.