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Llega a su fin la epopeya por el 'selfie' del macaco que dejó en la ruina a un fotógrafo

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El mono del 'selfie' famoso no poseerá los derechos del autor.

Este lunes ha terminado la batalla legal sobre la autoría del polémico 'monkey selfie', una de las imágenes más populares de la Red, que fue descargada más de 50 millones de veces. La justicia ha fallado que los derechos del autor le pertenecen al fotógrafo y no al animal de Indonesia —llamado ‘Naruto’— que de hecho se sacó la icónica instantánea en el 2011.

El fotógrafo británico Dave Slater ha salido victorioso en las deliberaciones legales contra la organización de defensa de derechos de los animales Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA, por su sigla en inglés). El proceso ha durado dos años y ha dejado al fotógrafo en la ruina.

Los jueces de un tribunal en San Francisco (EE.UU.) desestimaron la apelación interpuesta por la organización activista en nombre del mono. Argumentaron que la protección de los derechos de autor no podían ser aplicados a un mono.

Además, se produjo una confusión acerca de la identidad del animal, ya que la PETA reclama que es una hembra, mientras que el fotógrafo sostiene que era un macho.

Slater defendió su reclamo sobre los derechos de autor afirmando que había invertido mucho esfuerzo para obtener la mítica imagen. Sin embargo, el fotógrafo en un acuerdo alcanzado con la PETA se comprometió a destinar el 25% de los ingresos que genere mediante la venta de la instantánea a organizaciones de caridad "dedicadas a la protección del bienestar o hábitat de Naruto".

El abogado de la PETA, Jeff Kerr, por su parte anotó que este caso es "histórico", puesto que "generó un debate a nivel internacional sobre la necesidad de extender los derechos fundamentales a los animales para su propio bien y no en relación a cómo pueden ser explotados por los seres humanos".

La historia detrás del icónico 'selfie'

Las instantáneas con el famoso mono, incluso un par de sus 'selfies', fueron tomadas en el 2011, cuando Slater se encontraba con su guía en las junglas de Indonesia para fotografiar varias especies amenazadas. Allí tuvo la enorme suerte de hallar a un grupo de 20 monos. Antes del viaje había pocos registros visuales del macaco negro (macaca nigra), especie que solo se puede encontrar en dos islas del país.

El británico tardó un día para ganarse la confianza de los macacos. Al darse cuenta de que a los animales les agradaba tocar sus pertenencias, Slater instaló la cámara para que los monos pudiesen tomarse las fotos. Fue precisamente lo que pasó. La fotografía se hizo viral y se publicó en numerosos medios de comunicación. 

Más tarde, varias organizaciones, entre ellos Wikipedia y PETA, negaron los derechos de autor del fotógrafo y afirmaron que pertenecen al macaco. Por su parte, Slater aseveró que las imágenes le pertenecen, ya que fue suya la idea de dejar que los primates se tomaran las fotos, también afirmó que eligió el ángulo, el tipo de lente,  e incluso la hora del día para contar con mejor iluminación. Lo anterior sin tomar en cuenta los gastos del viaje que había emprendido y el equipamiento usado.

Los dolores de cabeza de Slater comenzaron cuando Wikipedia y el portal web de tecnología Techdirt hicieron publicaciones sobre el tema sin su permiso. Argumentaron que las imágenes deberían ser del dominio público, ya que el macaco fue el verdadero creador de las fotos y un animal no puede ser dueño de propiedad intelectual. Al ser subidas a Wikimedia Commons las imágenes podían ser descargadas de modo libre, lo que conllevó unas grandes pérdidas económicas para Slater, que acabó demandando a Wikipedia.

Posteriormente, el fotógrafo publicó un libro con sus obras fotográficas y con los autorretratos del macaco, lo que no fue del agrado de la PETA, organización que se dedica a la protección animal. Finalmente la PETA demandó a Slater a nombre del macaco.

La organización exigía que el mono fuera el dueño de los derechos y se ofreció como administradora de los fondos recaudados por la imagen del animal, prometiendo que estos ingresos se aplicarán en las campañas de protección de los primates. 

La historia hizo que muchos le acusaran de avaricia a Slater, que se tradujo en el maltrato de su obra y legado. A esto, el fotógrafo respondió que el oficio de la fotografía era su "sustento". "No buscaba ganar mucho dinero, solo quería un salario justo por mi trabajo, algo para dejarle a mi hija", relató.

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