Ante la tragedia humana (hasta ahora 96 muertos) causada por el reciente terremoto de 8,2 grados –sumada a la pobreza extrema–, el Gobierno mexicano ha anunciado la cancelación de los festejos patrios del Día de la Independencia en la residencia oficial de Los Pinos. Allí el presidente Enrique Peña Nieto tenía planeado para este viernes 15 de septiembre una gran fiesta para dar su Grito de Independencia.
Y qué bueno que se canceló la fiestecita presidencial, porque cada año ese tipo de celebraciones a la que asisten cientos de "invitados especiales", le cuestan a los mexicanos 45 millones de pesos en cenas, presentaciones y gritos de Independencia.
Sin duda alguna que en la Presidencia de la República no conocen la austeridad y por eso derrochan el erario: desde el gasto de esos 45 millones en festejos hasta la autorización presupuestal en 2017 por 2.797,4 millones de pesos solo para el pago de asesorías y seguridad del presidente Peña Nieto, mientras 56 millones de mexicanos sobreviven diariamente en situación de pobreza.
Han pasado más de dos siglos desde que el cura Miguel Hidalgo dio el Grito de Independencia en el pueblo de Dolores, Hidalgo, y más de 100 años del inicio de la Revolución Mexicana, motivada por la desigualdad social, la injusticia y los abusos del poder. Y, a pesar de los miles de muertos que hubo en ambas gestas heroicas, la situación de los mexicanos sigue igual, con la mitad de la población en situación de pobreza, un nivel de violencia que alcanza los 200.000 muertos y desaparecidos en los últimos tres sexenios, la falta de democracia y de justicia, y la continuidad de gobernantes corruptos refugiados en la impunidad.
Por eso llama la atención que fue esta tragedia humana causada por un terremoto la que obligó a la Presidencia de la República a cancelar dicho festejo, pero esa decisión está muy lejos de ser una acción de austeridad, pues en este año el gasto presidencial en asesorías, coordinación, difusión y apoyo técnico del presidente Peña Nieto se elevó, de acuerdo con el presupuesto, de 970 millones a 1.246 millones, más otros 1.344 millones para seguridad y logística del primer mandatario y de su familia.
A dos siglos de la Independencia y en el centenario de la Revolución mexicana, la burocracia se enriquece cada día más y es el pueblo quien tiene que pagar todos esos excesos y lujos de políticos y burócratas, quienes además se dan a la tarea de explotar y vender desde su posición de poder los recursos naturales de este país.
Miguel Badillo
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