¿Por qué otro colapso financiero parece inevitable?
En el mundo se están creando todas las condiciones para que se produzca un nuevo colapso financiero, escribe el portal Vesti Finance.
Uno de los índices que indicarían ese descalabro se observa en Japón, que tiene una gran deuda y, recientemente, colocó bonos a dos años por valor de 4.000 millones de dólares. Su rentabilidad estimada fue del -0,149 % —un mínimo histórico—, mientras que su rendimiento a 10 años se coloca en el -0,001 %. No obstante, el país aún atrae a los inversionistas.
"Esa rentabilidad negativa es una prueba de que los inversores no esperan que los mayores bancos centrales finalicen el tsunami monetario que sacudió el mundo después de la crisis financiera de 2008", escribe el portal.
La burbuja de activos continúa hinchándose, sacudiendo el sistema financiero
La situación no cambia aunque los representantes de esas instituciones anuncian su intención de normalizar las políticas, por lo que "la burbuja de activos continúa hinchándose, sacudiendo el sistema financiero". Además, muchos expertos "están convencidos de que las acciones de las propias autoridades monetarias han creado todas las condiciones para esta situación".
A escala global, el volumen de las deudas públicas con rentabilidad negativa ronda los 9.000 billones de dólares y las rentabilidades del 85 % de los bonos gubernamentales son inferiores a la tasa mundial de inflación. A su vez, los ingresos por estos bonos solo pueden ser positivos si su valor continúa creciendo y los tipos de cambio son como predicen los inversores.
Riesgos de inversión
En este contexto de "abundancia de liquidez extremadamente barata, la comprensión de los riesgos de inversión quedó completamente distorsionada". Por ejemplo, la rentabilidad de los bonos 'basura' de las empresas europeas cayó por debajo de la rentabilidad de los que ofrece el Departamento del Tesoro de Estados Unidos".
Esas "desproporciones crean serios peligros para las instituciones financieras; en particular, las compañías de seguros, los fondos de pensiones y los bancos", porque una percepción incorrecta conduce a decisiones de inversión equivocadas de consecuencias inesperadas.
Por ejemplo, las inversiones de los fondos de pensiones en bonos con rentabilidad cero o negativa generan flujos financieros mínimos mientras que, para cumplir con sus obligaciones, deben tener una rentabilidad anual del 7 % o del 8 %. Como resultado, el déficit está creciendo y esos fondos —de pensiones y de otro tipo— "invierten cada vez más en activos riesgosos para obtener más ingresos", aunque ese nivel de riesgo resulta "difícil de determinar".
Después del colapso del banco Lehman Brothers en 2008, los fondos de pensiones, compañías de seguros y otras empresas dedicadas a inversiones a largo plazo cargaron sus balances con activos muy arriesgados que han alcanzado un máximo histórico.