Al reconocer a Jerusalén como capital de Israel, el presidente de EE.UU., Donald Trump, está enviando a Palestina la señal de que debe ser "transigente" en las negociaciones con los israelíes, sostiene el jefe del Centro para Medio Oriente del Instituto Ruso de Investigaciones Estratégicas, Vladímir Fitin, en entrevista a la agencia RIA Novosti.
"Hace mucho que EE.UU. ya decidió que Jerusalén debe ser la capital de Israel. Sin embargo, la moratoria para el traslado de la Embajada estadounidense y la declaración oficial de esa ciudad como capital israelí habitualmente era prorrogado por los presidentes norteamericanos, incluyendo Trump, quien en junio pasado prolongó la moratoria", recordó Fitin.
En 1995, el Congreso de EE.UU. adoptó una ley que decreta el traslado de la Embajada del país a Jerusalén. Pero una cláusula de esa normativa permitía a los jefes de turno de la Casa Blanca posponer la ejecución de esa ley por seis meses.
¿Medida para solucionar el problema palestino-israelí?
Según el experto de estudios sobre Medio Oriente, Trump ha decidido reconocer a Jerusalén como capital de Israel con el fin de enviar una señal a la parte árabe de que es necesario sentarse a negociar sin condiciones previas.
"En varias ocasiones, Trump ha dicho que EE.UU. debe preparar un nuevo plan que conduzca a una verdadera solución al problema palestino-israelí. Por el momento no hemos visto ese plan, pero su decisión servirá como señal para los palestinos de que es necesario dejar de tomar posiciones a rajatabla poniendo condiciones previas en las negociaciones con Israel. De lo contrario Washington puede adoptar medidas aún más serias a favor de Israel", comentó.
En cuanto a la reacción de los países de la región, el experto pronostica que las naciones más influyentes, concretamente las monarquías del golfo Pérsico, se limitarán únicamente a realizar declaraciones airadas, pero no se atreverán a romper lazos con Washington. "Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Catar y otros tienen fuertes vínculos financieros, económicos y militares con EE.UU. y no están en condiciones de arriesgarse a deteriorar sus relaciones bilaterales", sostiene Fitin.
Quienes sí podrían tomar "medidas radicales" serían los países árabes de fuera del golfo Pérsico, continúa el analista, agregando que la tensión en la región tras la decisión de Trump podría empeorar.