Esta semana el Pentágono ha decidido detener el programa con el que pretendía abandonar las municiones de racimo. Tampoco lo quieren hacer Rusia, China, Israel y otras fuertes potencias militares.
El hecho de que las bombas de racimo —este mortal e indiscriminado tipo de armas no ha sido abandonado completamente en favor de armas más precisas y eficientes por las principales potencias militares pese a sus enormes presupuestos— ha sido analizado por la agencia RIA Novosti.
El Pentágono decidió retirar sus bombas de racimo en 2008, inmediatamente después de que se anunciara la firma de la Convención sobre Municiones en Racimo, en mayo del mismo año. Curiosamente, EE.UU. no firmó el documento, al igual que otras potencias militares. Sin embargo, de acuerdo con la publicación Jane's, aunque el Pentágono prohibió el uso de estas municiones casi por completo, tuvo que volver a la cuestión de su uso por "temor a la artillería de Rusia y Corea del Norte".
El texto de la Convención es muy controvertido y cuenta con gran cantidad de enmiendas y reservas. De acuerdo con este documento, las bombas de racimo son municiones de carga convencional destinadas a esparcir submuniciones explosivas con un peso inferior a 20 kilogramos cada una. Estas armas son descritas como letales para la población civil debido a las vastas áreas de destrucción que dejan.
El acuerdo internacional entró en vigor el 1 de agosto de 2010 y fue apoyado por alrededor de un centenar de países. Sin embargo, los mayores fabricantes y operadores mundiales de estas armas no solo se negaron a estampar sus firmas bajo el documento, sino que ni siquiera participaron en su redacción. Entre los países no firmantes figuran EE.UU., Rusia, China, India, Brasil, Pakistán, Israel y ambas Coreas.
Se podría luchar por el humanismo y tolerancia y suscribir semejantes acuerdos solo en el caso de vivir en la próspera Europa Occidental y de no llamarte Yugoslavia
¿Por qué no quieren abandonarlas?
"Estoy al cien por cien seguro de que si alguno de los firmantes se viera en aprietos en una guerra seria que amenazara su soberanía estatal, procederán a la fabricación masiva estas municiones sin reflexionar", afirma el editor jefe de la revista rusa Arsenal Ródiny (Arsenal de la Patria), el coronel Víktor Murajóvski.
"Se podría luchar por el humanismo y tolerancia y suscribir semejantes acuerdos [en relación, por ejemplo de la Convención sobre Municiones en Racimo] solo en el caso de vivir en la próspera Europa Occidental y de no llamarte Yugoslavia", añade.
De tal forma, el Pentágono inicialmente aplicó de manera extensa en Afganistán aviones no tripulados de ataque MQ-1 Predator y MQ-9 Reaper de General Atomics, así como pequeños misiles de precisión. Pero pronto Washington se dio cuenta de que eliminar con caros misiles las camionetas usadas que emplean los extremistas es de una desventaja extrema, y volvió a emplear las bombas convencionales, así como viejos obuses remolcados de 155 milímetros, señala el experto.
"Y todo ello debido a que el uso en un conflicto armado real de municiones selectivas guiadas de precisión exclusivamente es igual que clavar clavos con un microscopio. Ningún país tendría presupuesto para ello", resume Murájovski.