Los intentos de acreditar una supuesta campaña de desinformación e injerencia internacional orquestada desde Rusia vuelve a estrellarse, como era previsible, contra la realidad. Ocurrió esta vez en el Reino Unido, en el marco de una comisión creada para investigar la supuesta existencia de una campaña de noticias falsas durante el Brexit, y determinar si existe alguna clase de patrón común que haya podido detectarse en otros procesos sociales o políticos similares.
La investigación depende del Comité Digital, de Cultura, Medios de Comunicación y Deporte del parlamento británico, que celebraba hoy la primera sesión de recogida de testimonios, a la que fueron invitados como "testigos" David Alandete, subdirector del diario El País y principal difusor del bulo de injerencia rusa en el panorama mediático español; Mira Milosevich-Juaristi, una investigadora conocida por defender la tesis de que Rusia está sumida en una guerra informativa con España, y negar al mismo, en varias ocasiones, que existan pruebas al respecto; y Borja Lasheras, director adjunto de la Oficina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, y co-autor del informe 'Los Caballos de Troya del Kremlin', sobre las supuestas vías de influencia de Rusia en el exterior.
La aportación de estos "testigos" a la comisión consistió en señalar, con escasa fortuna y menos precisión, una supuesta campaña de desinformación existente en Cataluña y sus vínculos con Rusia. En su relato incluyeron a Julian Assange, a medios de comunicación como RT o la agencia Sputnik, y a otros "actores afilados rusos que median en Cataluña" como parte de una "estrategia" de desinformación.
Basta con ver el video, disponible online en el canal de televisión del parlamento británico, para observar la tónica general de la sesión: cada intento que hacían estos 'expertos' de explicar la estructura y el funcionamiento de la supuesta maquinaria de injerencia rusa, quedaba reducido a la categoría de mera conjetura en cuanto alguno de los diputados presentes les preguntaba si había pruebas al respecto. La respuesta, envuelta unas veces en vaguedades o expresada otras veces con simple impotencia, era invariablemente la misma: no existen pruebas.
"Eso es que no lo sabemos"
En uno de los momentos que mejor captan la esencia de esta sesión, el diputado del partido Laborista, Ian Lucas, preguntó directamente a Borja Lasheras, tras recordarle la gravedad de sus acusaciones contra el gobierno ruso, y advertirle que "aquí estamos investigando evidencias", si creía que el Gobierno ruso buscaba interferir en el referéndum de Cataluña. "Como ya he dicho, no tenemos pruebas específicas…", respondió el 'testigo' español, a lo que Lucas contestó inmediatamente: "¿Eso es un 'no'?". Visiblemente incómodo, Lasheras se vio obligado a admitir: "Eso es que no lo sabemos".
Acto seguido, tras comprobar que Borja Lasheras no aportaba ninguna prueba que respaldara sus "serias acusaciones" al Gobierno de Rusia, se dirigió a David Alandete, para ver si al menos él disponía de alguna prueba, pero el resultado fue muy similar: "la única prueba que tengo como periodista es que las televisiones afiliadas al Estado ruso han estado difundiendo abiertamente propaganda que beneficia a aquellos que quieren la independencia en Cataluña", afirmó el subdirector de El País, sin detallar a qué contenidos se refiere ni aportar ninguna evidencia al respecto.
Destaca el hecho de que este tipo de afirmaciones no contrastadas tengan lugar, precisamente, en una comisión que investiga la desinformación y su influencia ilegítima en la opinión pública, con aparente indiferencia hacia el serio peligro de intoxicación informativa que conlleva. Por lo demás, la indolencia con que los 'expertos' invitados asumen que no tienen ninguna prueba que respalde su tesis resulta tan sorprendente como difícil de entender en el contexto de una comisión de investigación parlamentaria.
No es esta, sin embargo, la única muestra de la falta de rigor que afecta a esta comisión. Errores llamativos, como el de situar a Julian Assange en la Embajada de Venezuela –en lugar de la de Ecuador– o confundir el apellido de la directora del grupo RT, Margarita Simonián, tampoco favorecen la imagen de un comité al que se le supone la capacidad de analizar eficazmente un asunto de tanta importancia internacional.