Componentes de bombas, cinturones de la muerte, morteros caseros y espadas, las mismas que el Estado Islámico utilizó para sus macabras decapitaciones públicas, son solo algunas de las armas que las milicias chiitas Irak confiscaron al Estado Islámico, y que ahora custodian en un macabro almacén. Este improvisado 'museo' de la reciente guerra aún está cerrado al público, pero abrió sus puertas para un equipo de RT.
Todo el material que los terroristas utilizaron para mutilar y matar a miles de personas se ha conservado porque todavía puede servir de prueba de los múltiples crímenes perpetrados por los yihadistas durante los últimos cuatro años. Este material incluye tanto armas de distintas clases como aparatos y objetos diversos: teléfonos móviles, matrículas de todoterrenos, drones...
Decenas de miles de chiitas de Irak se alistaron a las Fuerzas de Movilización Popular respondiendo a una 'fatua' (llamamiento) que emitió el ayatolá iraquí Ali al Sistani, y que en 2014 propició un auténtico levantamiento popular contra los sectarios y extremistas. Esta fuerza gubernamental reunió hasta 100.000 combatientes, que iniciaron una auténtica una yihad contra los yihadistas y desempeñaron un papel clave en la derrota del EI.
Pagarles, darles las gracias y mandarlos a casa
Ahora, el futuro de las milicias chiitas, así como el reconocimiento de sus méritos en la lucha contra el EI, están en entredicho. Los aliados estadounidenses de Bagdad se muestran preocupados por su existencia e incluso han pedido a los milicianos que "vuelvan a sus casas". Algunos grupos que dicen defender los derechos humanos acusan a las milicias de llevar a cabo saqueos en las zonas donde están estacionadas.
Las participación de los milicianos fue valiosísima, afirma el diputado Hamid al Mutlak, de la gobernación de Al Anbar, en declaraciones a RT. "Hicieron un gran sacrificio, pero ahora deben entregar las armas. Es la ley del país". En su opinión, las autoridades deberían remunerarlos por su aportación y agradecerles el papel que tuvieron en la derrota del EI, pero a cambio las Fuerzas de Movilización Popular deberían desarmarse.
El peligro de los aliados
Sin embargo, la entrega de las armas no sucede porque los dirigentes de la milicia consideran que todavía existen para su pueblo peligros provenientes de los terroristas que siguen en activo de manera clandestina, así como de los países vecinos y de los actuales aliados.
"Conocemos muy bien a los estadounidenses, a ellos les interesa todo, ya sea el Gobierno de Irak o el EI. Miren qué les hicieron a los kurdos: los animaron a realizar un referéndum y en el último momento revocaron su respaldo", dijo el mayor general Ali Hamdani, quien encabezó un batallón de las milicias chiitas. "No queremos recibir órdenes de los estadounidenses".
Sin embargo, el ayatolá Al Sistani, quien llamó a los chiitas a la lucha, cree que los grupos paramilitares podrían formar parte de los cuerpos de seguridad estatales. Todas las armas utilizadas en el conflicto, en su opinión, pasarían de esta forma bajo el control de Estado, lo que ayudaría a reducir el caos que ha vivido Irak en el último lustro.