Hoy en día, los submarinos constituyen un recurso crítico de disuasión nuclear para las potencias mundiales, ya que pueden navegar sigilosamente mientras portan y trasladan armas de destrucción masiva. Sin embargo, hay en ellos otro aspecto de enorme importancia, más allá de su armamento: su velocidad, que les permite tanto perseguir objetivos como escapar de ellos. RIA Novosti hace un recuento de los cinco sumergibles nucleares más veloces que han surcado los mares.
Los submarinos estadounidenses de clase Los Angeles representaron un dolor de cabeza para sus contrapartes soviéticos. Al momento de su aparición, eran siete nudos más veloces que sus más cercanos 'perseguidores' potenciales en servicio, del proyecto 667A Navara.
Los sumergibles nucleares Barracuda tenían como función original el rastreo de submarinos estratégicos de la OTAN y grupos de ataque de portaaviones enemigos, así como su destrucción en caso de conflicto.
Por su parte, los 'lobos marinos' multiusos se convirtieron en uno de los tipos de naves norteamericanas más costosas de la historia, motivo por el cual el Pentágono se vio obligado a fabricar los menos avanzados submarinos de la clase Virginia.
El Lira fue uno de los más interesantes proyectos soviéticos. Apodados como 'autómatas', estos sumergibles contaron con un amplio uso de sistemas de control automatizados y una alta relación potencia-peso. Además, disponían de un truco muy temido en la época de su lanzamiento: podían huir de torpedos.
El récord mundial absoluto para la velocidad submarina lo obtuvo el proyecto experimental soviético K-162 Anchar, con un casco hecho de titanio. Sus 44,7 nudos, alcanzados el 18 de diciembre de 1970, no han sido superados hasta la fecha. Sin embargo, el precio que la URSS pagó por esta velocidad fue un alto nivel de ruido —unos 100 decibeles en el centro de la nave— que arruinó el sigilo de la nave y su beneficio para la Armada.