Del Ritz a una prisión de alta seguridad: ¿qué oculta la historia del príncipe saudita?

A diferencia de otros detenidos durante la campaña anticorrupción en Arabia Saudita, en el caso del príncipe Talal "hay más en juego que el control de su imperio global de negocios", advierten los analistas.

Dos meses después de su arresto, el príncipe saudita Al Walid ben Talal, sobrino del rey Salmán ben Abdelaziz y el hombre más rico del reino, fue trasladado del hotel Ritz Carlton de Riad a la prisión de alta seguridad de Al Ha'ir, según reportaron los medios la semana pasada.

El traslado, de acuerdo con las informaciones, tuvo lugar después de que el también empresario —arrestado a principios de noviembre en una operación anticorrupción encabezada por el príncipe heredero Mohamed ben Salmán— se negara a pagar a las autoridades 6.000 millones de dólares y a entregar el control de algunas de sus compañías de inversión.

El silencio de los amigos

Al Waleed ben Talal es una de las personas más ricas del mundo y, según Forbes, ha acumulado la 45.ª mayor fortuna del planeta. A través del conglomerado Kingdom Holding, posee participaciones en empresas públicas y privadas de EE.UU., Europa y Oriente Medio como Twitter, Citigroup y Four Seasons Hotels & Resorts, entre otras. No obstante, a pesar de su prominente posición en el mundo de los negocios a nivel internacional, uno de los aspectos más sorprendentes del arresto de Talal ha sido el silencio de su larga lista de "influyentes amigos", destaca el columnista de CNBC Jake Novak. "Ahora Al Walid está en una prisión real, mientras el Gobierno se va apoderando agresivamente del efectivo y los activos, y todavía no ha habido protestas significantes de sus amigos extranjeros", escribe Novak.

El príncipe Al Walid es poderoso pero puede que esto no acabe bien, dado que está luchando contra un grupo todavía más poderoso

Solo dos exmandatarios franceses, François Hollande y Nicolas Sarkozy, le han expresado al príncipe heredero saudita su preocupación por la intranquilidad que ha suscitado entre los inversores extranjeros el arresto de Talal, reportó The Wall Street Journal. "Pero admitámoslo: unas pocas palabras de un par de expresidentes franceses es algo insignificante", opina Novak.

Uno de los motivos de este silencio puede estar relacionado con la oferta pública de venta por la petrolera estatal saudita Aramco que se lanzará próximamente. En opinión de Novak, sus "supuestos amigos en el mundo de las finanzas" ahora quieren "congraciarse con los sauditas".

"Hay en juego algo más que el dinero"

En noviembre del año pasado, decenas de príncipes sauditas y otros altos funcionarios gubernamentales fueron detenidos tras la creación de un nuevo comité anticorrupción, presidido por el príncipe heredero Mohamed ben Salmán. Desde entonces, aunque que no se han presentado acusaciones oficiales contra ninguno de los detenidos, muchos han cedido parte de su fortuna a cambio de la libertad. 

No obstante, en el caso de Talal, "la cara pública de la familia real saudita para muchos inversores y ejecutivos extranjeros", hay más en juego que el control de su imperio global de negocios, advierte Bloomberg.

Al príncipe heredero saudita, Mohamed ben Salmán, le esperan "unos meses cruciales que demostrarán sus verdaderos motivos y el alcance de su poder", según la agencia. Desde que empezaron las redadas, tanto inversores como diplomáticos y expertos se han estado preguntando si la purga es un esfuerzo por erradicar la corrupción antes de la oferta pública de Aramco o simplemente una manera de incrementar los fondos estatales. Y la resolución del caso de Talal va a dar una respuesta. 

"Para los inversores occidentales, el caso de Al Walid definirá esa dura campaña", opina Emily Hawthorne, analista de Oriente Medio y el Norte de África de la compañía Stratfor. Cuanto más tiempo permanezca detenido, más parecerá el Gobierno "un actor poco razonable", afirma Hawthorne.

Al mismo tiempo, en opinión de algunos expertos, las purgas podrían reflejar un "nerviosismo por la resistencia interna", pero "los otros miembros de la familia real parecen estar demasiado intimidados, fragmentados o ser demasiado perezosos para desafiarlo", según The Economist. Sea como fuere, los arrestos enviaron un claro mensaje a los posibles críticos.

"Esto podría no acabar bien"

El lunes pasado se informó de que Talal está negociando un posible acuerdo con las autoridades. Anteriormente, ya se reportó que el empresario había ofrecido "cierta cifra" al Gobierno para su liberación, pero las autoridades consideraron la cantidad insuficiente para llegar a un acuerdo. 

Fuentes con conocimiento del caso citadas por la agencia Bloomberg aseguran que Talal se resiste a las exigencias que podrían llevarlo a ceder el control de Kingdom Holding. A su vez, la propia compañía Kingdom Holding dijo en noviembre que confiaba plenamente en el Gobierno saudita.

A Talal se le acusa de sobornos, blanqueo de dinero y extorsión, según The Wall Street Journal. Mientras tanto, Bloomberg señala que el príncipe niega haber cometido actos ilícitos, en parte porque aceptarlo perjudicaría su reputación. Al mismo tiempo, desde su detención, su valor neto se redujo en unos 2.000 millones hasta alcanzar 18.000 millones, según los datos de Bloomberg. 

"El príncipe Al Walid es poderoso y tiene buenas conexiones, pero puede que esto no acabe bien, porque está luchando contra un grupo todavía más poderoso", advierte Paul Sullivan, especialista en Oriente Medio de la Universidad de Georgetown en Washington. La purga es "un método duro de mostrar que algunas de las antiguas formas de hacer negocios han llegado a su fin", añade.

En opinión de Paul Pillar, académico y exoficial de la CIA, debido a que "Arabia Saudita tiene un sistema económico y político basado en la posición privilegiada de la familia real", los pasos adoptados por Mohamed ben Salmán pueden definirse como una "intimidación", y no pueden ser separados de "su ambición política ni de lo que parece una campaña por un poder absoluto".