El Gobierno de Chipre anunció la semana pasada que la compañía italiana Eni seguirá explorando los yacimientos de gas de la isla a pesar de la oposición de Turquía. En febrero, buques de guerra de Ankara impidieron que una nave de la firma transalpina llegara al lugar. Por su parte, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, advirtió que si la autoridad de su país corría peligro tenía derecho a comenzar una intervención militar como en la región siria de Afrín, debido a que estima que "nuestros derechos en el mar Egeo y Chipre son los mismos".
Una semana antes del incidente, Eni encontró un yacimiento en la plataforma de Chipre y las estimaciones previas indican que contendría entre 170.000 y 230.000 millones de metros cúbicos de gas natural. La firma italiana desea explorar el lugar junto con la francesa Total, mientras que en la zona ya operan las compañías estadounidenses ExxonMobil y Nobel Energy. No obstante, Turquía considera inaceptable que Chipre explote sus recursos de manera unilateral.
El primer gran yacimiento de gas chipriota, denominado Afrodita, fue hallado en 2011. Además, en las últimas dos décadas se encontraron otros dos grandes campos de gas: el Leviatán israelí y el Zohr egipcio.
Exploraciones y amenazas
La propia Turquía también anunció que buscará hidrocarburos porque "explorar los recursos en la región del este del Mediterráneo es nuestro derecho soberano", declaró a principios de febrero el ministro de Exteriores de ese país, Mevlut Cavusoglu, quien anunció que Ankara no reconocerá el acuerdo de división de la plataforma marítima entre Chipre y Egipto.
A su vez, Siria planea unirse a la exploración de gas y el mes pasado ya se sumó Líbano, gracias al consorcio que formaron la compañía rusa Novatek, Total y Eni para explorar una plataforma continental que podría contener hasta 700.000 millones de metros cúbicos de este recurso.
Ese paso provocó una reacción negativa de Israel, que disputa la zona donde se realizarán las exploraciones. El ministro de Defensa israelí, Avigdor Lieberman, describió la iniciativa como "muy provocadora", pero le respondieron tanto las autoridades libanesas comola organización Hezbolá. El líder de ese colectivo, Hasan Nasrallah, advirtió que si Tel Aviv atacaba responderían con una contraofensiva y "en cuestión de horas" impedirían el funcionamiento de la plataforma de exploración marítima israelí.
Potencial de conflicto
Respecto a la influencia de los recursos naturales en la política de los países que se encuentran en la zona oriental del Mediterráneo, el profesor de la Escuela Superior de Economía de Rusia, Grigori Lukiánov, ha comentado a RT que se trata del "factor de potencial conflicto más poderoso de la región", debido a que el problema supera las fronteras de quienes luchan por la misma plataforma marítima.
"Aquellos países que no eran gigantes petroleros o del gas ahora representan una amenaza para las relaciones socioeconómicas y políticas de la región", ha destacado Lukiánov, quien se fija en Israel, que antes era un importador de recursos y ahora podría convertirse en una potencia energética que competiría con los países árabes y ofrecería "una nueva versión del conflicto árabe-israelí".
Este politólogo destaca que Irán tiene una fuerte presencia en Líbano a través de Hezbolá y las profundas discrepancias entre Teherán y Tel Aviv afectarán a la disputa por los recursos de manera inevitable.
Al mismo tiempo, "la aparición de un compromiso entre Turquía e Irán en Siria da motivos para pensar que esos países pueden llegar a un acuerdo" que crearía problemas para Israel, pero la experiencia de cooperación entre Ankara, Moscú y Teherán podría evitar conflictos a la hora de dividir la plataforma siria fronteriza con la zona económica turca, ha señalado este especialista.
Sin embargo, a pesar de las profundas divergencias es poco probable que comience una guerra por el gas de la región debido a que todos los países, excepto Israel, están debilitados por los conflictos existentes. Eso sí, "las batallas en el campo jurídico van a ser bastante calientes y dolorosas", ha concluido Grigori Lukiánov.