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Nuevas denuncias de abusos sexuales ponen en jaque a la Iglesia en Chile

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Una congregación religiosa ha sido llevada al banquillo por los testimonios de víctimas que narraron cómo fueron encerradas, abusadas y hasta culpadas por abusos perpetrados sin su consentimiento.
Nuevas denuncias de abusos sexuales ponen en jaque a la Iglesia en Chile

En medio de una oleada de escándalos por razones similares, testimonios de víctimas de los hermanos maristas –una congregación religiosa asentada en Chile– ponen de nuevo a la Iglesia Católica en el centro de la polémica.

Un reporte de AP, publicado por Panorama, detalla que los maristas son una agrupación que hace votos de castidad, pobreza y obediencia, aunque no son considerados como sacerdotes porque no imparten los sacramentos. El caso es que varios de sus miembros estarían implicados en violaciones de menores de edad.

Las víctimas han empezado a hablar sobre los abusos a los que fueron sometidos en su infancia y luego silenciados durante años por el temor, la culpa y el estigma social. En 2017 empezó la ola de indignación, luego de que el marista Abel Pérez fuese señalado de abuso y violación contra jóvenes de 14 años en dos escuelas.

Aunque Pérez admitió su responsabilidad en 2010, no fue sino siete años más tarde cuando los sacerdotes lo llevaron a rendir cuentas ante la justicia. Las agresiones, según los testimonios, fueron perpetradas entre 1970 y 2008, y para la ley chilena los delitos de abuso sexual prescriben a los diez años de haber sucedido.

Más querellas

Este año, al menos ocho agredidos sumaron sus denuncias a los expedientes incoados contra seis maristas, un cura capuchino y tres sacerdotes católicos de otras órdenes. Las víctimas alegan que fueron abusados por profesores, guías scout y confesores.

La lista de denunciantes podría aumentar a 21 en los próximos días, precisó una de las víctimas a AP, quien aseguró que son muchos más. No obstante, la mayoría prefiere mantenerse en silencio por temor a exponerse, ser estigmatizados o señalados de querer perjudicar a la Iglesia.

Jaime Concha, un médico de 55 años, relató cómo fue abusado en la década de los setenta cuando acudió a un campamento scout y se enfermó. Abel Pérez fue el 'cuidador' que se quedó con él: le dio un brebaje con licor y lo llevó a su carpa. "Cuando desperté en la noche, él estaba abusando de mí. Ya me había violado".

"Mira las cosas que me haces hacer", le dijo su agresor. "No te preocupes, yo ya le pedí a Dios que te perdone tú pecado", añadió entonces Pérez, según cuenta Concha, quien también señala como victimarios a otros dos maristas, un cura capuchino y tres sacerdotes católicos.

¿Encubrimiento?

Jorge Franco, otra de las víctimas, narró que una vez fue abusado mientras un sacerdote lo observaba. En otra oportunidad, fue un capuchino quien se quedó a mirar. 

Tanto Franco como Concha afirman que Jesús Pérez, actual director del Instituto Alonso de Ercilla –un establecimiento de educación preescolar, básica y media–, los llevó al sótano del colegio, los obligó a desnudarse y a esperar por un "examen vocacional", lo que no fue más que un preludio para entregarlos a agresores sexuales. Al rector lo acusan de cómplice de sacerdotes pedófilos.

"Yo lo niego totalmente porque no tengo nada que ver. Yo los conozco, estaba acá, trabajaba aquí, pero que me acusen de cómplice, no", ha dicho por su parte Pérez. Lo que solicitan las víctimas es que se revise la legislación, para impedir que los delitos prescriban y sean más robustas las medidas de protección a la infancia en los colegios de Chile.

Acciones

A principios de mayo, el Gobierno del presidente chileno Sebastián Piñera envió al Congreso una iniciativa que busca impedir la impunidad de estos actos, que actualmente dejan de ser punibles a los cinco o diez años, dependiendo de su gravedad.

Según datos de la Fiscalía chilena, en 2017 se registraron 22.540 denuncias por delitos sexuales en ese país austral, lo que representa casi tres ataques por hora. Niños y adolescentes son las principales víctimas.

Entretanto, se ha anunciado que el Papa Francisco se reunirá esta semana con los obispos chilenos para tratar la opacidad con que la Iglesia ha manejado las acusaciones de abuso sexual, luego de que el titular de la diócesis de Osorno, Juan Barros, fuese acusado de encubrir los crímenes cometidos por el cura Fernando Karadima.

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