¿Por qué se celebra el 25 de mayo en Argentina?
Cada 25 de mayo en Argentina se realizan actos oficiales y durante la semana previa se trabaja extensamente en las escuelas sobre el tema. Se trata de un día muy importante para la historia nacional, incluso más que el día de su independencia: el 9 de julio.
¿Pero por qué se celebra esta fecha que no significó la emancipación del colonialismo español y, de hecho, supuso el surgimiento de un gobierno que juró lealtad al rey?
Los hechos previos
En 1810 las colonias españolas en América se encontraban convulsionadas. La independencia de EE.UU. en 1776 y la Revolución Francesa de 1789 habían influenciado a toda una generación de criollos (hijos de españoles nacidos en el nuevo continente) que habían accedido a la educación universitaria. También, aunque por otros motivos, la Revolución Haitiana de 1804 se encontraba presente en el imaginario colectivo.
La idea de abandonar la etapa colonial e instaurar distintos tipos de gobiernos autónomos –que iban desde nuevas monarquías hasta repúblicas al estilo jacobino– impregnaban los círculos académicos y políticos. A ese contexto se sumaba una particular situación en Europa donde los ejércitos de Napoleón Bonaparte seguían conquistando territorios y, entre otras cosas, habían apresado al rey español Fernando VII.
Finalmente, en la propia Buenos Aires, apenas unos años atrás se habían sucedido las llamadas "invasiones inglesas" de 1806 y 1807, en las cuales la ciudadanía armada repelió a los atacantes extranjeros. De esta forma se demostró que la población local estaba en condiciones de defenderse por su cuenta sin ayuda de la metrópoli.
La semana de mayo
Todos estos factores se concentraron durante los últimos días del mes de mayo de 1810. De acuerdo a la historiografía oficial la 'Semana de mayo' comenzó el día 22, aunque desde el día 18 varios ciudadanos pedían la renuncia del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y de la Torre. Entre ellos estaban Juan José Castelli (posteriormente conocido como el orador de la revolución) y Manuel Belgrano, a quién el futuro le deparó ser el creador de la bandera argentina.
Es por eso que se empieza a exigir la realización de un Cabildo abierto para que el pueblo delibere qué hacer ante la situación en España. Lo que sucede el día 22 es que el coronel Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios, se pliega al reclamo de que el virrey deje su cargo. Para el 23 se forma una Junta de Gobierno pero que elige a Cisneros como presidente, provocando el rechazo popular.
El 24, no sin la presión de las milicias armadas, toda la Junta es obligada a renunciar. "Al ver que Castelli llega con las armas de Saavedra, los burócratas del Cabildo comprenden que deben sustituir a Cisneros, pero dudan de su propio poder", reconstruyó el escritor argentino Osvaldo Soriano en su libro 'Cuentos de los años felices'.
¿El primer gobierno patrio?
Luego de una noche turbulenta, no sin hechos de violencia, el 25 de mayo amanece lluvioso en Buenos Aires. Varios retratos recuerdan las inclemencias del clima que no incomodaba a los presentes en la Plaza Mayor (hoy Plaza de Mayo). La cultura popular sostiene que allí se gritaba: "El pueblo quiere saber de qué se trata".
Más allá de las formalidades del caso, la nueva Junta de Gobierno –la primera que no es encabezada por un español– ya está conformada. El catalán Domingo Matheu, uno de sus integrantes, describe así a sus compañeros: Saavedra y Miguel de Azcuénaga "son la reserva reflexiva de la ideas y de las instituciones que se habían formado para marchar con pulso en las transformaciones de la autognosia (sic) popular". Belgrano, Castelli y Juan José Paso "eran monárquicos, pero querían otro gobierno que el español". Juan Larrea "no dejaba de ser comerciante y difería en que no se desprendía en todo evento de su origen español".
Mención aparte hace para los que califica como "demócratas": Manuel Alberti, él mismo y Mariano Moreno. "Los de labor incesante", cuenta, eran Castelli y él. "Aquel impulsando y marchando a todas partes y el último preparando y acopiando a toda costa vituallas y elementos bélicos para las empresas por tierra y agua".
Por su parte Alberti era "el consejo sereno y abnegado" mientras que Moreno "el verbo irritante de la escuela, sin contemplaciones a cosas viejas ni consideración a máscaras de hierro; de ahí arranca la antipatía originaria en la marcha de la Junta entre Saavedra y él".
Sin embargo, este conjunto heterogéneo de ciudadanos, formó un gobierno que entre sus primeras medidas decidió jurar lealtad al monarca detenido por las tropas francesas. "Eso en la historiografía actual es todo un debate", explicó a este medio Florencia Oroz, historiadora de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Desde su perspectiva "si el tema de Fernando VII fue o no una máscara, es decir si fue una jugada inteligente para ganarse la legitimidad de la revolución o si realmente fue una cuestión sincera de lealtad al depuesto rey de España es, por ahora al menos, imposible de saber".
La construcción del relato
Para Oroz es importante analizar "la calidad de relato fundante que asume esta fecha para la construcción de nuestra identidad nacional". Y llama a reflexionar "tanto desde el análisis historiográfico como desde la experiencia personal de cada uno en la educación", resaltando "la importancia dentro de los manuales e incluso lo relevante de los actos escolares tan importantes a la hora de fijar acontecimientos en el conjunto del pueblo".
En ese aspecto el 25 de mayo "cumple un lugar totalmente destacado no comparable a otros hechos de la historia nacional". La historiadora plantea que "la declaración de independencia o las invasiones inglesas o incluso la batalla de Caseros y de Pavón" fueron, en términos históricos, "mucho más que el 25 de mayo en términos de hitos consagratorios de una unidad nacional". Pero existe un relato "construido a posteriori y estilizado por generaciones y generaciones de intelectuales".
Cabe destacar, además, que esa jornada transcurrió exclusivamente en Buenos Aires. El resto del territorio que años más tarde sería conocido como Argentina se enteraría varias semanas después de los hechos. Incluso el Cabildo de la ciudad de Córdoba rechazó al nuevo gobierno y exigió el retorno del virrey.
Identidad y radicalidad
Ahora bien, la entrevistada remarca que esa construcción de identidad y el porqué de la elección de "ese hecho más bien tibio" como fundante, implica tener presente un antecedente "que pesaba mucho en la cabeza de los criollos: la Revolución Haitiana".
Ese proceso implicó un alzamiento popular de la población negra de lo que hoy es Haití y que buscó arrasar no solo con el régimen colonial, sino también con el sistema económico esclavista y clasista. Por eso Oroz subraya "el pánico que generó ese levantamiento" por "el nivel de violencia que tuvo". Y opina que si hubiera sucedido en Argentina "se llevaba puesto a todos nuestros héroes nacionales".
Por eso resulta "un dato clave a la hora de ponderar la limitación a la radicalidad de los programas de independencia", tanto en Argentina como en el resto del continente. Sin embargo, la historiadora advierte e insiste en que esa situación "también es fruto de un relato" que "no es la verdad de lo que pasó, sino años y años de disputa por ver que imagen sobre la revolución se construía".
Finalmente rescata dos hechos que dan cuenta de cómo la reconstrucción histórica eligió privilegiar algunos acontecimientos sobre otros o incluso tergiversarlos. "Nos enseñan en la escuela eso de las cintitas celestes y blancas que se repartían afuera del Cabildo", pero en realidad "eran rojas, y para saber a quién no dispararle".
Además, la Buenos Aires de 1810, que contaba con una población de casi 40.000 personas, tenía 8.500 que "estaban organizadas y armadas". Con ese dato "el proceso en su conjunto se entiende mejor". "Es como si hoy hubiese en la Ciudad 850.000 personas organizadas en ejércitos populares armados, que discuten política y eligen a sus líderes de forma asamblearia", concluyó.
Santiago Mayor